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La paradoja es indiscutible: la sede de la Escuela Taller de Caldas, en donde se forman decenas de artesanos y maestros de obra especializados en reparar edificaciones patrimonio vio cómo se caía un muro principal. A tierra se fueron por lo menos 100 años de historia y con esto se afectó además un taller de costura que también funciona allí, pues se capacita en artes y oficios a quienes lo requieren. Lo que muestra este hecho es la necesidad de hacer revisión constante de las vetustas edificaciones de este pueblo patrimonio de Colombia y que se gestionen los recursos necesarios en las entidades de carácter público, como esta, que usufructúa la Fundación, por un comodato otorgado hace años.
A su paso por el norte de Caldas, el gobernador, Guido Echeverri Piedrahíta, se detuvo en este lugar para analizar lo sucedido y para comprometerse con la recuperación del inmueble, para lo que dijo que espera que se trate de una sumatoria. Se requiere también el acompañamiento del Ministerio de Cultura para que evalúe los daños y proponga los pasos que se deberán seguir en las obras de reconstrucción y la restauración de lo que esté amenazado. Según las directivas de la Escuela, advirtieron de su riesgo desde hace tiempo, tanto que se han presentado proyectos, pero no se los han aprobado. También se debe recordar los contratiempos administrativos a la llegada de la actual Alcaldía y que sembraron mantos de duda sobre los recursos destinados por el Gobierno Nacional. Por lo que se deberá ser muy rigurosos con la ejecución de los dineros que lleguen.
Lo que sucedió con esta edificación no es un hecho aislado. El comején, las humedades, el solo paso del tiempo ponen en riesgo estructuras del bello municipio caldense, el mismo cargado de historia, punta de lanza de la colonización antioqueña hacia el sur y el occidente del país. No basta con que unas cuantas propiedades se mantenga de la mejor manera, si no se conserva el conjunto, que es lo que le da mayor valor a la arquitectura de esta localidad del norte de Caldas. Esta es otra alerta que se enciende sobre la necesidad de preservar localidades como esta o como Aguadas, ambas tenidas en cuenta en el circuito de pueblos patrimonio de Colombia.
Este municipio comenzó su cuenta regresiva para el bicentenario que celebrará en el 2025 y se cree que varias de sus casas son de esas mismas épocas o poco menos. En 1982 la reconocieron como monumento nacional y es parte de la declaratoria de la Unesco de Paisaje Cultural Cafetero. Mantenerlo con lustre es una obligación. Son varios los proyectos que se tienen para hacer de Caldas un departamento turístico, pero solo lo diferente permitirá mantener un flujo de visitantes importante. Salamina es ese lugar diferente, en donde la historia se conserva en sus viejos caserones de bahareque, tapia y madera; en donde las tallas centenarias le dan brillo a la arquitectura, en donde los patios señoriales conservan los jardines florecidos; el lugar en el que se pasea la historia.

No obstante, parece que solo nos acordamos de su importancia cuando sufre reveses. Ya es hora de que este municipio encuentre una dirigencia a la altura de las necesidades, unos líderes comprometidos con lo que les corresponde, que no es menor. Salamina debe retomar su grandeza y empieza por celebrar su historia, sus valores, comenzando por el de la conservación.