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Una vez más, como si no entendieran que la mejor manera de lograr una salida digna del conflicto armado es cesar las hostilidades en forma unilateral y manifestar una voluntad de diálogo que no pueda ser rechazada, el Eln sigue cometiendo crímenes y luego ofreciendo chantajes como única salida para pactar algún tipo de solución. Escogen otra vez el camino equivocado, con lo que muy seguramente en un mes el gobierno del presidente Iván Duque tendrá todos los argumentos para sostener que es imposible continuar los diálogos y que los operativos y bombardeos serán agudizados.
Tiene razón el mandatario al expresar que no aceptará presiones con los secuestros de civiles y uniformados, como viene ocurriendo en varias regiones del país, en los que infortunadamente cayeron el policía chinchinense Yemilson Gómez Correa y el soldado riosuceño Eduardo Caro Bañol. La única posibilidad para continuar adelante con el proceso es que la voluntad de paz sea diáfana, es decir, que muestren una disposición real de desmovilizarse, desarmarse y reinsertarse a la sociedad; y en esa dirección lo primero que tienen que hacer es liberar de inmediato y sin condiciones a los nueve secuestrados, y comprometerse a no volver a cometer tales crímenes.
Además de los uniformados plagiados por frentes de esa organización subversiva, también civiles han sido víctimas de los secuestros, lo que hace más absurdo el comportamiento de esa guerrilla. Ojalá entren en razón, y además de liberar sanas y salvas a las personas retenidas, haya un anuncio de cese unilateral del fuego. Ellos mismos reconocen que con el nuevo gobierno las reglas de juego serán endurecidas, y que desperdiciaron la oportunidad de seguirles los pasos a los miembros de las Farc, durante la administración de Juan Manuel Santos. Son limitadas las posibilidades de que la mesa de La Habana pueda mantenerse. Si eso ocurre, habrían echado por la borda los avances logrados en 17 meses de diálogos.
Como si fuera poco, esa guerrilla también ha ejecutado ataques en diversos puntos de la geografía nacional, ocasionando la muerte de uniformados, como en el caso del municipio de Saravena (Arauca), donde murieron dos soldados y uno más resultó herido. Lo más grave es que tales acciones pusieron en riesgo la vida de civiles indefensos que en esta ocasión se salvaron milagrosamente. Todo esto urge a que las Fuerzas Militares reaccionen con toda contundencia para perseguir y capturar a los responsables, y ponerlos luego en manos de la justicia para que reciban así el merecido castigo.
Con su actitud, el Eln se expone, inclusive, a que pierda la condición de grupo de origen político y con motivaciones ideológicas, para que vuelva a ser considerado solo como terrorista, sin posibilidades de acceder a una justicia transicional. Si tomamos en cuenta que el presidente Duque, honrando su palabra, presentó al Congreso de la República un proyecto para que ni el secuestro ni el narcotráfico puedan considerarse delitos conexos al delito de rebelión, el Eln no solo debería actuar acorde con una organización que realmente quiere la paz, sino buscar que esa negociación se acelere y se llegue a un desarme antes de que tales modificaciones constitucionales sean aprobadas. Están corriendo el riesgo de terminar pagando penas mayores a las existentes hoy en la justicia ordinaria, porque ya se habla de castigar con cadena perpetua delitos como el secuestro.

Los elenos ponen, además, en aprietos a las Naciones Unidas, la Iglesia Católica y los países garantes: Brasil, Chile, Cuba y Noruega, que han creído en la posibilidad de concretar un acuerdo de paz, y que han invertido recursos y esfuerzos con ese objetivo.