La cultura de pago de los manizaleños es, en general, bastante buena. Eso le ha permitido al Municipio de Manizales y al Departamento de Caldas contar con carteras sanas y una muy buena cantidad de recursos propios para hacer obras y financiar programas. No obstante, hay hechos que atentan contra esa positiva tradición y costumbre y que ponen trabas para que el recaudo de impuestos sea una tarea tranquila y positiva para la ciudad, como lo que está ocurriendo con el Predial.
Desde hace varios años está detectado un problema en los sistemas de la Secretaría de Hacienda Municipal en los que se encuentra la plataforma que genera los cobros de ese gravamen en Manizales. Sin embargo, no se han tomado medidas de fondo para solucionar la cuestión, y este año se repitió la misma dificultad del año pasado y todavía hay facturas que no han llegado a las casas, cuando el plazo para el descuento por pronto pago se venció ayer. Literalmente muchos ciudadanos, de los 132 mil contribuyentes que hay en la capital caldense, tienen listo desde hace semanas el dinero para pagar, pero no pudieron hacerlo porque no les llegó el recibo.
Otros cumplidos que le querían madrugar al pago del Predial tuvieron que desplazarse a las oficinas de la Secretaría de Hacienda para poder hacer el pago y obtener el descuento. Para ello esa dependencia municipal dispuso cerca de 55 funcionarios dedicados a atender ayer en la Unidad de Rentas, en jornada continua y hasta última hora, a quienes hicieron largas filas para obtener una copia de la factura y proceder a cancelarla. Aunque en esa oficina aseguran que la empresa 4-72 les dio un parte favorable en el sentido de que ayer estaban entregados todos los recibos, la gente hizo filas hasta el final de la tarde.
Si tomamos en cuenta que este no es un problema nuevo, sino que se ha vuelto repetitivo cada año desde hace por lo menos un lustro, es necesario advertir que han pasado varias administraciones municipales sin que se adopten los correctivos necesarios. Tales dificultades se traducen, con seguridad, en un retraso en el ingreso de los recursos a las arcas municipales, e incluso una caída en los recaudos, lo que afecta la cartera y fomenta una cultura del no pago entre muchos ciudadanos, quienes tendrían mejor disposición para estar al día en los impuestos si no fuera tan complicado pagarlos.
Con este desorden y falta de planeación que salta a la vista en toda la cadena del proceso de generación de facturas, impresión y su posterior distribución, es fundamental que el alcalde tome cartas en el asunto, y no solo brinde rápida solución a este problema presente, sino que establezca procedimientos que eviten que ocurra algo similar el año entrante. Además de las demoras ya anotadas, al analizar las reclamaciones de los contribuyentes y las disculpas de la firma encargada de entregar las facturas, resulta evidente que hay diversos problemas en el sistema y que es urgente superar todas esas inconsistencias, muchas incluso relacionadas con las direcciones de los predios.
No es sensato que se les cierre la puerta a los pocos ingresos que tiene el Municipio, cuando lo que habría que lograr es que se superen las metas del recaudo. Resulta paradójico que mientras en otras ciudades los alcaldes se quejan porque la gente no paga los impuestos, aquí no son los ciudadanos los que no están dispuestos a pagar, sino la propia administración la que, en la práctica, se niega a recibir los recursos que tanto necesita para impulsar proyectos de desarrollo.
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