Campanazo sobre las 4G

Causa gran pesar la muerte de 9 personas en el colapso del puente de Chirajara, de 286 metros de altura, en la vía Bogotá-Villavicencio, que pretendía ser inaugurado en junio próximo. Por tratarse de una obra emblemática de las vías 4G que actualmente ejecuta el Gobierno Nacional en diversos lugares de Colombia había gran expectativa por el resultado exitoso de su proceso de construcción; inclusive el pasado 17 de noviembre el presidente Juan Manuel Santos inspeccionó la obra al lado del empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo, pero de manera infortunada estos grandes proyectos tendrán que cargar con el antecedente nefasto de la caída de este puente y la muerte de una decena de obreros.
Además de las dudas acerca de la calidad y cantidad de los materiales usados en la estructura, sobre los diseños y procedimientos técnicos aplicados y la idoneidad de los ingenieros que estaban al frente de los trabajos, está la gran preocupación por la rigurosidad con la que se están ejerciendo las interventorías. La situación no es de poca monta, en este trayecto entre las dos capitales se invierten cerca $3,6 billones, las repercusiones de la tragedia son de magnitudes mayúsculas y no se pueden escatimar esfuerzos para dar tranquilidad al país y cumplir finalmente con las enormes expectativas que se han tenido alrededor de los proyectos que actualmente avanzan en distintos frentes. 
Es una lástima que estas grandes obras, hechas en buena medida por ingeniería colombiana, pierdan credibilidad, justamente cuando lo que tendrían que provocar es confianza en el futuro. El ministro de Transporte, Germán Cardona Gutiérrez, salió a ponerle la cara al problema, y aseguró que el consorcio Coviandes (filial del grupo Aval y Corficolombiana), contratista de esta estructura de 466 metros de longitud, tiene todas las pólizas para responderles al Estado y a los familiares de las personas fallecidas y heridas. También tiene la obligación de volver a emprender el proyecto, corregir los errores que se encuentren y asegurar que ese puente quedará en condiciones óptimas para ser usado con total seguridad en el futuro. 
Para el actual Gobierno tiene que convertirse en el más importante desafío recuperar la confianza en todas estas grandes obras, y demostrar que los numerosos túneles y puentes que hoy son ejecutados cuentan con todas las condiciones de calidad y seguridad que son exigibles en estructuras de este tipo. Se tendrá que poner la lupa en cada contrato, revisar detalladamente las obras que se ejecutan y analizar a fondo todos los procesos de interventoría que se llevan a cabo frente a las obras 4G, ya que no pueden aceptarse nuevas fallas como las que quedaron expuestas en el lamentable caso de Chirajara. Ahora bien, también es censurable que algunos sectores quieran explotar políticamente esta tragedia, cuando lo que se tiene son problemas técnicos que requieren un tratamiento serio.

Esperamos que la investigación que realizará la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) establezca con claridad las causas del desplome de la estructura y se tomen las medidas pertinentes para evitar nuevas situaciones que pongan en riesgo las vidas de quienes trabajan en estas obras. Esta es una tarea que debe ser profunda y rápida, y que tiene que conducir a dilucidar las causas del problema para clausurar la posibilidad de que se repita. Se supone que en obras de semejante magnitud los cálculos de ingeniería deben estar muy por encima de los mínimos, para dar estabilidad total a las estructuras inclusive en casos extremos de terremotos. Por eso es muy extraño lo ocurrido, y no puede quedarse en explicaciones vagas. Es evidente que hubo deficiencias en el diseño o en el proceso constructivo, y eso tiene que ser dado a conocer con total claridad.