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Es muy probable que el proyecto del Aeropuerto del Café, que se tiene previsto construir en Palestina (Caldas), cuente con $100 mil millones para ejecutar el año entrante, con lo que la iniciativa podrá reactivarse después de cerca de seis años de parálisis. El aval dado por el Ministerio de Hacienda para que esa partida quede expresa en el Presupuesto General de la Nación del 2019 evidencia la voluntad del presidente Iván Duque de cumplir su promesa con los caldenses, acerca de que quiere ser el jefe de Estado que aterrice en dicha pista. 
Es justo también hacer un reconocimiento al senador Carlos Felipe Mejía, del Centro Democrático, quien se propuso empujar la iniciativa en el alto gobierno, y también el acompañamiento de los parlamentarios de la región, comandados por Mario Castaño (liberal), Óscar Tulio Lizcano (la U) y hasta el risaraldense Iván Marulanda (Verde), quienes como miembros de las comisiones económicas de la corporación dieron su respaldo para que esa partida quede incluida en el presupuesto del 2019. Solo se necesita que los demás miembros de esa comisión parlamentaria acojan ese llamado, y que la plenaria del Congreso le dé el visto bueno y se reconfirme la partida.
Una vez aprobado por el Legislativo, donde se anuncia que hay ambiente positivo de respaldo al proyecto, la gerencia de Aerocafé deberá ponerse en la tarea de pulir detalles para sacar a licitación la ejecución de las obras prioritarias, y que ojalá desde principios del año entrante haya frentes de obra con los cuales se comience a recuperar la confianza en el proyecto. No se pueden cometer errores técnicos como los del pasado, y menos permitir que se asome la más mínima sombra de duda acerca de la transparencia en la inversión de los recursos.
Aerocafé tiene que convertirse en referente de lo que es una obra bien ejecutada, totalmente desprovista de corrupción y con una inversión que denote seriedad técnica, celeridad y acierto. Para ello, es fundamental que quienes desarrollen los trabajos cuenten con la experiencia, conocimiento e idoneidad suficientes para garantizar un resultado óptimo, al mismo tiempo que las auditorías sean absolutamente rigurosas, profesionales, independientes y solo con el interés de que la región cuente con un aeropuerto del mayor nivel de calidad en sus obras de ingeniería. 
Un tema clave es que el proyecto quede incluido en el Plan Nacional de Desarrollo que el gobierno de Duque también debe tramitar ante el Legislativo, para que no solo se tengan recursos en el 2019, sino que llegue más dinero durante el cuatrienio, y ojalá en el 2022 contemos con la pista de 1.460 metros de longitud que corresponde a la primera etapa de la obra, y de ahí en adelante poder avanzar rápidamente en la concreción de la segunda etapa, que significa una pista de 2.600 metros, lo que permitiría el aterrizaje de aviones de mayor envergadura que los que operan hoy en La Nubia.

Para la primera fase se necesitan en total unos $424 mil millones, mientras que la ejecución de la segunda requeriría $800 mil millones adicionales. Desde luego, la idea es que no todos los recursos sean aportados por el Estado, sino conformar una Alianza Público Privada que permita la vinculación de inversionistas particulares que hagan aportes y a cambio disfruten de una concesión en la administración del aeropuerto por un tiempo determinado para que recuperen lo invertido.