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Es positivo el balance del encuentro entre los presidentes Donald Trump y Juan Manuel Santos, de los Estados Unidos y Colombia. Era evidente que la preocupación del mandatario norteamericano, que también debe ser prioridad para los colombianos, tiene que ver con el crecimiento desbordado de los cultivos de coca en el país durante los años recientes, y la necesidad de combatirlos con eficiencia. También resulta reconfortante que el huésped de la Casa Blanca haya elogiado el proceso de paz en nuestro país y que se muestre dispuesto a seguir apoyando el objetivo de dejar atrás la violencia que nos marcó por décadas.
Sobre la lucha contra el narcotráfico, al parecer, al gobierno de Santos le está funcionando su estrategia de erradicación manual y voluntaria de cultivos, que reforzada con los programas de sustitución en los que participarán cerca de 87 mil familias campesinas, podría asegurar el éxito en esa batalla, además de impactar favorablemente en la producción de alimentos para el consumo interno y para exportar. Es acertado el planteamiento de que el narcotráfico es un problema global que debe ser atacado de manera mancomunada, lo que parece ser bien entendido por Trump, quien en próximos días debe avalar la decisión bipartidista del Congreso de entregar ayudas a Colombia por 450 millones de dólares para el programa Paz Colombia.
Según cifras del Gobierno Nacional, durante el 2017 se han erradicado 15 mil hectáreas de cultivos ilícitos, cuyo dato es similar al total erradicado durante el 2016. Además, se habrían destruido este año 22 mil laboratorios de procesamiento de drogas, lo que muestra acciones contundentes que es necesario mantener y reforzar. Para continuar estos avances y lograr que las relaciones entre los dos países se afiancen y fortalezcan es fundamental que los compromisos en la lucha contra las mafias del narcotráfico se cumplan y que, paralelamente, se trabaje en los demás escenarios de cooperación e intercambios comerciales que pueden ayudar a que nuestra economía y bienestar mejoren.
La crisis venezolana también hizo parte de las discusiones, y en eso las señales dadas por Santos desde hace unas semanas, cuando endureció su discurso frente al gobierno de Nicolás Maduro, debe seguir avanzando hacia una posición que rechace de manera abierta los abusos de poder y la ausencia de democracia que se da en el vecino país. Para el gobierno estadounidense resulta importante que Colombia sea un buen aliado en la región, y dicha posición debe ser usada de manera muy inteligente por nuestro gobierno, para ayudar a que vuelva la democracia a Venezuela y se pueda contener el torrente de inmigrantes desesperados hacia nuestro país.
Trump, que hasta el momento solo ha recibido en la Casa Blanca a los presidentes de Perú, Argentina y Colombia, y que se ha mostrado distante y hasta hosco frente a América Latina, evidenció un gran interés por nuestro país, lo que puede ser estratégico hacia el futuro. De hecho, el anuncio de que en agosto vendrá a Colombia el vicepresidente Mike Pence, y que a finales del año el propio Trump pisaría tierra colombiana demuestra que la paz que se está implementando es el mejor negocio que estamos haciendo en muchos años. Hoy, sin duda, somos un país más atractivo para las inversiones.

En la práctica, es fundamental que se avance rápido en la implementación de todos los acuerdos con las Farc que involucran la lucha contra los cultivos ilícitos, y trabajar sin pausa con las familias dedicadas a ellos para que sustituir sea en verdad rentable, y cerrar así la posibilidad de que echen reversa. Ahora bien, a todos aquellos que insistan en cultivar coca habrá que perseguirlos y sancionarlos de manera severa, pues solo acabando totalmente el narcotráfico en Colombia será posible pensar en una verdadera paz.