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Es verdad que no es un fenómeno nuevo que en algunas regiones del país aparezcan más personas inscritas para votar que las previstas en el censo electoral que maneja la Registraduría Nacional del Estado Civil, como lo acaba de denunciar la Misión de Observación Electoral (MOE). En las elecciones locales del 2015 también ocurrió un fenómeno similar, y eso llevó a que la autoridad electoral invalidara las inscripciones de miles de cédulas, por encontrar en estos casos relación con fenómenos de transhumancia también conocida como trasteo de votos.
Lo que se evidencia ahora, con 82 municipios que tendrían más votantes que habitantes, rebasa cualquier posibilidad de equivocación y requiere un análisis profundo y urgente que aclare las causas de tal situación, pero que sobre todo impida que se presente alguna manipulación de las votaciones que reste credibilidad a los resultados electorales que se tendrán en marzo para Congreso y en mayo para Presidencia de la República (también en junio si hay segunda vuelta). Para el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la Registraduría esto representa una tarea meticulosa que debe dar resultados contundentes en las próximas semanas.
Durante los 10 meses que estuvieron abiertas las inscripciones de cédulas para votar en las elecciones parlamentarias que se avecinan, 1 millón 882 mil 863 personas se acercaron a los lugares habilitados por la Registraduría a cumplir con ese propósito. Se ajustó así un censo electoral de 36 millones 11 mil 52 ciudadanos que podrán sufragar el 11 de marzo. En el caso de Caldas no hay alarma, debido a que el comportamiento de los inscritos es lógico, y los aumentos en Belalcázar, Palestina, Manzanares, Marquetalia, Manizales y Filadelfia no tienen relación, necesariamente, con alguna irregularidad.
Según la MOE, los municipios que tienen datos más llamativos en el país son Restrepo (Meta), Taraira (Vaupés), Concepción y Alejandría (Antioquia) y Charta (Santander), pero también hay numerosos municipios de Cundinamarca y Boyacá con amplias inconsistencias a la luz del censo electoral, el cual toma como base el actual censo poblacional que es ciertamente viejo y desactualizado. En departamentos como Atlántico, Meta y Chocó lo que se observa es que la tasa de ciudadanos registrados para votar por cada mil habitantes casi duplica la media nacional (30,5). En tales regiones se han identificado en el pasado claros fenómenos de trasteo de votantes, por lo que allí es necesario un examen muy detallado.
Otra situación que podría estarse dando y que requiere el análisis de las autoridades electorales se relaciona con la cantidad de inscripciones de cédulas en municipios de Nariño, Meta, Vaupés y Vichada en los que hasta hace poco estuvo la guerrilla de las Farc. Si bien en muchos de esos lugares en el pasado ese grupo armado impidió los comicios electorales, y ahora puede haber un mayor interés de los pobladores por participar en las elecciones, no podría aceptarse que resulten ahora más votantes que habitantes. Se ha especulado mucho acerca de las maneras que usaría el hoy partido político Farc para asegurar votantes, y es vital establecer la realidad de lo que ocurre en estos territorios.

Apenas estamos comenzando un año electoral en el que se mueven toda clase de intereses, en muchos casos en las formas menos ortodoxas. Es fundamental estar atentos, y por eso son valiosas las alertas que prenden entidades como la MOE para evitar fraudes que debiliten más la democracia. Es claro que además de un censo actualizado y real se necesitan reformas en el sistema electoral y en la política que recuperen la confiabilidad en los resultados que se obtengan, pero como se ha demostrado no es fácil impulsar esos cambios. Por ahora, hay que echar mano de las herramientas de control y transparencia que se tienen a la mano.