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Los resultados de las pasadas elecciones municipales en Venezuela, que fueron un verdadero monólogo del oficialismo ante la decisión de la mayor parte de los opositores de no presentarse a esos comicios, lleva a que hoy el vecino país esté totalmente acaparado por el chavismo, que ha usado toda clase de argucias antidemocráticas para dar apariencia de legitimidad a elecciones que en un verdadero Estado de derecho no tendrían la aceptación mínima. Hoy los oficialistas están en 305 de las 335 alcaldías venezolanas, en medio de unas votaciones cuya participación descendió 11,6% con respecto a las elecciones de octubre en las que el chavismo ganó 18 de 23 gobernaciones.
Para completar el cuadro de abuso de poder, ahora el presidente Nicolás Maduro anuncia que podría anticipar las elecciones presidenciales y que la actitud de un amplio sector de la oposición de no presentar candidatos a las elecciones municipales lo inhabilita para aspirar al primer cargo de ese país. Como quien dice, Maduro quiere reelegirse anticipadamente sin tener que sortear el más mínimo obstáculo en su camino. Su idea es acaparar la totalidad del poder y sofocar cualquier expresión que le sea contraria a su régimen. Tiene a su amañada Asamblea Constituyente para que avale esa idea e inclusive establecer un sistema unipartidista como ocurrió en la vieja Unión Soviética, y como sucede en Cuba y China.
Además del evidente abuso de poder que se comete en Venezuela, Maduro también usa otro tipo de armas para tratar de verse como víctima en el contexto internacional. Es el caso de su denuncia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por una supuesta guerra económica, comercial y financiera en contra de su país, "liderada por potencias imperiales". Según el gobierno venezolano esa es la causa de la escasez de alimentos, medicinas, tecnología, repuestos y materias primas, y no las fallidas políticas que adelanta el Ejecutivo y que van en contra de su propio pueblo.
En medio de este contraste, la crisis social sigue profundizándose, y no se aprecia una solución cercana. De hecho, el país ya entró en el estado de default, al incumplir el pago de bonos soberanos, y la situación económica no tiene síntomas de mejora. Miles de venezolanos buscan salir de ese país hacia vecinos como Colombia, en busca de un mejor futuro, pero eso no parece inquietar a Maduro y su séquito, quienes solo tienen interés en quedarse en el poder, así eso implique la ruina total para la nación que llegó a ser considerada la rica de América Latina, gracias a su petróleo.
El régimen chavista ha logrado seguir adelante y parece que nada se le oponga, gracias a la combinación de varios factores como el respaldo del grueso de las Fuerzas Armadas, la indecisión de la comunidad internacional que tiene intereses económicos en ese país y la debilidad creciente de los opositores, quienes siguen divididos y no han logrado interpretar la voz del pueblo. Si a eso se suma que Maduro está convencido de atornillarse al poder, como sea, todo indica que el problema venezolano va para largo. 

Ojalá haya forma de que los opositores chavistas monten una estrategia unificada y cercana al pueblo venezolano que les permita pelear de manera directa y real la posibilidad de llegar al Palacio de Miraflores en las elecciones del próximo año, para las cuales es necesario un seguimiento estricto de la comunidad internacional para que no se repitan los fraudes del pasado. Los abusos de Maduro y su gente tienen que tener algún límite, y debe ser por los canales democráticos.