Intervenir el Centro Histórico nuestro es un propósito interesante porque la ciudad crece y requiere respuestas a esas nuevas dinámicas. Así que peatonalizar la 23 no es una idea descabellada, ilusa o utópica. A los promotores de esta iniciativa solamente les quiero llamar la atención sobre varios puntos que al no ser atendidos debidamente, en vez de servirle a la ciudad, significarán la ruina de ese sector emblemático de Manizales.
¿Quién usa la 23, quién se ha apropiado de ella? Fuera de la ciudadanía, que vive allí y los que se surten en el comercio o deben atender una diligencia pública, los ostentadores de esa vía son los vendedores informales que logran su venta debido a la gran concurrencia de público, ya sea para comprar un aguacate, una gafa o otra mercancía. He contado 146 puestos desde la calle 14 hasta la calle 32. ¿Cuánto dinero mueve este comercio? Si calculamos $150.000 de venta bruta por día por los 146 puestos nos da 21,9 millones diarios o sea $7 mil 993 millones 500 mil al año que es una cifra significativa. Son alrededor de 146 empleos directos en la condición más vulnerable porque operan en lastimosa informalidad, marginados de los beneficios que el trabajo les produce a los que ganan liquidación, subsidio de transporte, dotación, pensión y seguridad. Son víctimas del sistema y las sombras que sabe engendrar.
Me pregunto: ¿si se amplían los andenes de la 23, porque eso es una peatonalización, ese espacio quién lo aprovechará? Me decía un promotor de esa idea que sin los carros las personas podrían disfrutar de la arquitectura, ya que no serían atropellados. Argumento que me hizo preocupar por las personas que llegarán al Centro. Ese Centro Histórico, el cual más de la mitad de los manizaleños evaden, es su patrimonio cultural. ¿Qué sucede? El Centro Histórico no se ha promovido, no se ha dado a conocer, ni ante los locales y mucho menos ante los forasteros. Así que peatonalizar su carrera más emblemática solo convertirá esta vía en un gran bazar que le producirá una entrada mínima al erario público y muchos trabajadores al margen de los códigos laborales. Y esto porque no se ha creado otro tipo de demanda, así que la demanda actual irá por el resto de espacio.
La real intervención que se debe hacer es previa al cemento y debe costar lo mismo que la intervención vial. No se trata de “socializar” el plan con el comercio y los vecinos, hacer reuniones, tomar fotos y correr listas de asistencia; sino de una labor mucho más inteligente y lúcida que esos formalismos. El Centro requiere de un museo histórico como atractivo turístico, que sea la base para una promoción de su historia. Conocemos los tipos arquitectónicos de las bellas casas, pero desconocemos la historia de sus habitantes; la de los grandes hacedores como de la gente sencilla.
Exaltar la Calle del Tango es un avance, pero eso no puede ser todo, falta mucho más. Conocemos las fechas de los incendios, pero ignoramos qué sucedía en esa época. La ciudad no cuenta con una guianza, señal que el Centro a nadie le interesa y es Manizales la ciudad en Colombia que más ejemplares tiene de arquitectura republicana, fuera de que cuenta con una interesantísima historia que la hicieron única hace muchos años. ¿No es hora de implementar una cátedra, para grandes y pequeños? ¿Cuántos empleos podría generar un turismo cultural que gire alrededor del Centro Histórico? Muchísimos más que el comercio informal, no cabe duda y todos dentro del amparo de la ley. Hay más atractivos culturales en la 23 que vendedores ambulantes, solo que los alcaldes nunca se han preocupado por resaltarlos y presentar el Centro Histórico como un potencial de la ciudad, una marca. Supongo que el alcalde Rojas cuenta con el capital político para hacer un cambio oportuno y no cometer el error o quedarse en banalidades, y hacer historia de nuevo.