Once Caldas está vivo, pero, como en el tenis, debe quebrar el servicio de su rival para mantenerse en el juego. En este caso, para continuar con aspiraciones de final, ya que no aprovechó su saque y permitió que Santa Fe se llevara del Palogrande lo que vino a buscar.

Era el partido trascendental del semestre porque el triunfo le daba el liderato del grupo. De allí la teoría de que eran preferibles los tres puntos en casa para ir por un empate a Bogotá, que ceder terreno acá y tener que ganar el jueves en el Campín.

Los cardenales tuvieron el escenario ideal: con su acostumbrado pragmatismo de buscar el resultado, se metieron atrás –lo hacen perfecto– regalaron iniciativa y campo, y con la complicidad de Once Caldas, cuyo ataque es absolutamente ineficaz, urdieron el negocio.

El encuentro se disputó desde el preliminar en Techo: Ese gol del Tolima al minuto 96 con el que recobró vida, superó 2-3 y hundió a Equidad, lo condicionó. Para Santa Fe era no perder, para liquidar la serie esta semana como local ante Once Caldas y Equidad.

El blanco se tragó el anzuelo: chocó contra ese cerco defensivo, tan fuerte que en ocho presentaciones solo recibió un gol. “Jugamos con la necesidad de ellos” dijo el técnico Herrera. Pregunto: ¿Sería más bien con el deseo de ellos?

Recuerdo cuando en la época de las victorias sobre Millonarios, Cali y Medellín por fuera, “El Arriero” señaló que no importaba tener la pelota. El sábado argumentó que mereció más, por la propuesta y porque tuvo mayor posesión. Un poco incoherente, pero fue lo que vimos.

Siempre he sostenido que igual manera de obrar lleva a resultados idénticos, lo cual aplica para la presidencia en cuanto al plantel, dándose por bien servida con lo hecho, pues siendo sinceros, y sé que indicarlo le duele al hincha: falta ‘ropita’ para ser campeón.

Once Caldas no tiene gol: en los últimos ocho encuentros, incluido el de Copa con Fortaleza, convirtió en tres ocasiones, dos de ellas con Dayro Moreno desde el punto penalti, y sólo una en acción de movimiento, la de Araujo en el 2-0 a Equidad, comenzando la semifinal.

Aun así, Herrera no toca la titular, ni plantea otras soluciones. Cualquiera diría que no las hay, y puede ser cierto, conjugándose la iteración de hechos que no modifican las formas, porque alinea a los mismos, certificando lo manifestado sobre la repetición de los procesos.

Torres no remata al arco, lo ponen a jugar por fuera y sus centros son errados, lo mandan como interior y cabecea a las nubes; a Araújo le faltan experiencia y convicción; Dayro ya no es ni sombra y Arce es el único que influye, aunque debería actuar más cerca del área.

Ahí se explica la improductividad, porque en defensa la base es confiable. Lo de Aguirre, Palacios, Patiño y Mateo García es elogioso. Ninguno era figura, crecieron, ponen el alma y da gusto observarlos, con los complementos de Cuesta, Riquett, y Rojas.

Cuando estaba Sarmiento, se hablaba de su trabajo en retaguardia y que Herrera era el ofensivo. Ahora Once Caldas es modelo por su solidez atrás. Cosas de la pelota, o será que hay alguien más contribuyendo en el desarrollo de esa estrategia.

Lo que debe reconocerse es el respeto de esta plantilla por los colores del equipo. Con entereza intenta superar las debilidades y eso salta a la vista con la campaña. Lástima la definición, pues el gol es la esencia, aunque en Colombia estamos y el torneo nuestro es impredecible.

Hasta la próxima...