En 1955 Colombia hizo historia. Una mujer, Josefina Valencia de Ubach llegó a ocupar un alto cargo público al ser designada gobernadora del departamento del Cauca y posteriormente ministra de Educación. 69 años después, las mujeres continúan escribiendo la historia pública y política de este país, y engalanando con su conocimiento y sabiduría recintos como el de la Asamblea de Caldas. 

En estos dos meses, los diputados y la ciudadanía han podido entender el feminismo como la democracia, tal y como lo explicaba la doctora Dolly Montoya Castaño, rectora de la Universidad Nacional de Colombia, quien en su discurso nos hizo reflexionar sobre el hecho de que hombres y mujeres tenemos que hacer esta sociedad y que Colombia y Caldas no se pueden privar de su capacidad de edificación, al enseñarnos que lo público no es ni lo tuyo ni lo mío, sino lo nuestro. 

Tampoco nos podemos negar sus formas de liderazgo, el orgullo con que ellas portan la camiseta de la Policía Nacional, como la coronel Yurian Romero, comandante de la Policía en el Eje Cafetero, y la coronel Liliana Andrea Jiménez, comandante de la Policía en Caldas, quienes velan por nuestra seguridad y comprueban que lo público se puede manejar de una manera eficiente y transparente. 

También nos demuestran que saben hacer lo que corresponde, con las personas correctas, de la manera correcta, como Ángela María Toro exdirectora del SES Hospital de Caldas, quien comparte la idea de que la salud es sagrada y que ésta se debe humanizar, pero sobre todo, operar de forma independiente para que todos los ciudadanos gocen de este derecho. Por eso, bajo esa consigna le entregó a Caldas y al país un hospital acreditado y orientado hacia la atención de alta complejidad, con una Unidad Integral de Cancerología, un sueño que tuvo y que como todo lo de ella, lo hizo realidad. 

Ellas son algunas de las mujeres que dan ejemplo en lo público. Sin lugar a dudas, se me escapan muchas, pero quise hacer un recuento de las que hasta el momento nos han dejado sus enseñanzas en el recinto de la Asamblea. Para aquellas que me leen: sigan adelante, no pierdan la motivación de participar en la vida pública y política, sigan escribiendo la historia democrática de este país. 

Y para María Isabel Gaviria: quiero reconocer la manera como desde su papel de presidenta de la Asamblea de Caldas ha presidido y respetado la corporación y la labor de los diputados. Resalto el respeto, las buenas maneras y la apertura para escucharnos en el recinto.