Podría sonar un poco contradictorio este titular, pero si hacemos verdadera conciencia de lo que dice, nos damos cuenta de que no sólo es totalmente cierto sino necesario. Siempre he creído que la mejor forma de avanzar con éxito es haciendo pausas “Obligatorias” que nos permitan evaluar lo que hemos caminado para corregirlo, en caso de que sea necesario, o para ratificar lo muy bueno que hemos hecho, en caso de que hayamos tenido resultados maravillosos.
Inicialmente hacía estas pausas luego de algún hecho que generara una alerta en mi vida, pero luego entendí que este ejercicio debe ser cotidiano, sin ningún tipo de alarma que lo motivara; y desde hace varios años lo tengo como una buena costumbre, con la absoluta certeza de que, al hacerlo, se logra avanzar más rápidamente y con más éxito.
Las pausas a las que me refiero deben ser largas y cortas.
Las primeras deben ser, ojalá cada año, de tal manera que se puedan analizar los resultados de un período importante; en mi caso particular las hago a principio de enero. Son un ejercicio personal de vida que me he acostumbrado a hacer, a través del cual hago un repaso de lo que ha sido el año anterior, haciendo seguimiento a lo que me había propuesto desarrollar, a lo bueno que
logré y a lo no tan bueno para corregirlo, teniendo obviamente en cuenta los pendientes para reprogramarlos y no dejarlos en el baúl de los recuerdos.
Recomiendo que este ejercicio se haga de igual manera en las organizaciones, con el único propósito de saber exactamente dónde estamos ubicados, con cifras y hechos ciertos, y de esta forma continuar de manera efectiva y con éxito las tareas, para tener los mejores frutos, desechando lo malo, corrigiendo los errores cometidos y mejorando lo bueno para obtener resultados superiores. Acto seguido, comunicar a todos los colaboradores las conclusiones, para que todo el equipo esté alineado.
Las segundas, es decir, las pausas cortas, deben ser habituales, y las debemos hacer finalizando el día, la semana y el mes, con el único fin de hacer conciencia sobre la forma como estamos viviendo, ojalá con base en un propósito superior definido, evitando dejarnos llevar por las velocidades incontroladas del mundo actual, que lo único que hacen es empujarnos a vivir sin control.
De igual manera, este tipo de pausas también es importante hacerlas en nuestro trabajo. No es sano trabajar en una organización sin detenerse a evaluar para corregir o afinar en caso de que sea necesario, y, por supuesto, proyectar con información actualizada; evitando de esta manera dejarnos llevar por los afanes del día a día, que muchas veces nos impiden observar con objetividad lo que realmente está ocurriendo.
Y es que cuando hacemos verdadera conciencia sobre el proceso a través del cual hemos logrado los resultados, es decir haciendo énfasis en su origen y sus consecuencias, todo cambia. Podemos tener claridad sobre las acciones que debemos emprender para mejorar y entender con más claridad lo que nos pasa.
Como se los compartía inicialmente, a mi juicio una buena época para hacer las pausas largas es a principio de año.
Recomiendo hacerlas en esta época, ya que es este el momento donde tenemos la información suficiente que nos garantice hacer un ejercicio enriquecedor que a su vez nos permita movilizarnos para ser mejores y asumir el control de nuestra vida.
Por todo lo anterior, quiero invitarlos a que además de los propósitos cargados de buenas intenciones que hacemos al comenzar cada año, nos demos un espacio lleno de sinceridad y generosidad de nosotros con nosotros para hacer estas pausas, que lo único que nos traen son beneficios reales para avanzar con éxito.