María Fernanda es una mujer que a donde llega logra conmover con su risa y su cariño. Es amor puro y, donde la ven, siempre deja algo de ella. Es preciosa.
Lorena, por su parte, está siempre dispuesta a compartir lo que tiene y a buscar unir a través de su bondad y su cariño. Tiene un don de protección maternal y de cuidado adonde sea que llega. Es líder y no le teme a nada.
Nicolás es caso especial. Es uno de los hombres más brillantes que alguien pueda conocer. Con ello, su capacidad de escucha y consejo, su arrojo y alegría llegan a cualquiera. Una persona que traduce el significado de fortuna amistosa.
Valentina es un polo a tierra que sabe alternar y explicarnos cuándo es momento de acelerar o cuándo es momento de suavizar la marcha. Sabe explicarlo todo y es parte de su innata sabiduría. La vida le sonríe y siempre nos comparte esas alegrías.
Juancho, su esposo, es un hombre dispuesto a todo. De esas personas con las que se puede contar siempre que, como se dice en la calle, está “listo y peinado”.
Su hermano Andrés es un enorme regalo de la vida, un confidente primero con quien las conversaciones nunca adquieren fatiga y los logros cobran sentido. Él es -a satisfacción- un capítulo aparte en esta historia que merece todo el corazón.
Darío es único. Es un loco que está a todoterreno. Sabe lo que quiere y trabaja por ello. Saborea el proceso y lo disfruta hasta antojarnos a los demás de tener el mismo arrojo. Su forma de pensar lo promueve a buscar el cambio por el que tanto ha trabajado.
Majo, su fiel escudera, es también ese punto de dulzura que necesitamos para recordar que la vida nos ofrece miles de maneras para calmar la sed de acción. Siempre sonríe y eso hay que aprendérselo
Mariana es la ternura hecha mujer. Su despliegue de delicadeza y pulcritud hace que la sensación de compañía sea energía y bienestar. Dialogar con ella tiene el don medicinal de la calma.
María Camila es talento puro. Es una mujer que sabe mezclar su pasión por el transporte con una habilidad escénica por la improvisación que fascina. Es una decidida a pintar su propia realidad con dicha y apropiación
Cynthia es una de esas mujeres dispuesta a todo. Contar con ella es asegurarse naturalidad y espontaneidad. Estar con ella hace bien al alma, sobre todo, ahora que sabe decirnos lo que es vivir de manera descomplicada.
Ella pronto se casará con Fabrizio, un compadre argentino a todo dar que merece disfrutar de esa proverbial compañía que solo ofrece ella.
Gianfranco es un jurista prominente. Brillante como él solo. Creo que conozco pocas personas con tanta fuerza vocacional como él. Además de eso, es un hombre generoso y que abraza con sus palabras. Gran contertulio. De él escucharemos mucho en el futuro, es mi presentimiento.
Javier es grande, en todo el sentido de la palabra. Un hombre alto y espigado, un buen amigo que sabe que con sus excentricidades y risotadas puede contagiar a cualquiera de su buen ánimo.
Carlota tiene la mirada más efervescente de todas y transfiere una alegría única por medio de su sonrisa. Es justa y defensora de lo que ha de ser el bien. Tiene un ánimo que contagia. Es única y llena de vida. Arrasadora.
Luis Antonio se dejó inspirar por Carlota. Llevan varios años siendo novios y son esa especie de llave especial e irrepetible. ‘Luchito’, como le llamo cariñosamente, es un hombre a todo dar. Contar con él es una especie de grata garantía.
Benedikt es un alemán al que muchos colombianos envidiarían por su manera de bailar. Sin peros y sin trabas, disfruta de cuanto chiste y chanza aparecen. Un alemán muy colombiano.
Sergio es un hermano que da la vida. Él es todo el significado de un buen amigo. Es un apoyo constante, un hombre comprometido, dado, entregado, loco de a poco. Es un mexicano que se atesora desde el alma y el corazón.
Todos estos nombres y quizás muchos más que se me pasan en la lista pertenecen a esa familia que formamos desde el año pasado cuando todos llegamos a Londres a buscar una versión maximizada y mejorada de nuestros sueños y vidas.
Hace un año exactamente ninguno de nosotros se imaginó cruzarse con los otros. Entonces, éramos desconocidos completos. Pero la vida, en su empeño de buscar que disfrutemos de los abrazos, nos dio la oportunidad de conformar una enorme familia.
La vida también me dio a Tobias y a Giles W.; el primero de Dinamarca; el segundo, muy inglés. Con ellos se cuenta con alegría. Me siento acompañado y con amigos por siempre. En Escocia voy seguro porque allá tengo la alegría de Alexa y el corazón inmenso de David Stephan.
Con todos ellos, disfrutar de los triunfos es mejor que cualquier otro tipo de regocijo propio de las amistades contemporáneas. En las maduras como en las verdes, en tiempos de bonanza o austeridad, siempre firmes, siempre alegres.
A ellos va dedicada esta columna, que es un oasis en medio de las páginas tensas de nuestra realidad. Porque, claro está, la amistad se debe celebrar. Es la familia que se hace y, ojalá, sea la familia que perdure.