Cuán ejemplificante es la parábola de los dos caminos en la Biblia. Uno, amplio y cómodo, abierto, despejado, conduce inexorablemente al precipicio. Otro, por el contrario, se encuentra revestido de espinas, cardos y abrojos, estrecho e incómodo, de difícil trasiego y lleno de piedras que nos lapidan sin piedad en el suelo. Uno y otro se erigen como alternativas en medio de un devenir que presenta lo fácil como idóneo y donde se premia el menor esfuerzo. Asistimos a un mundo que ha invertido los valores. Quienes se presentan esforzados, valientes, decididos, comprometidos con el resultado y el éxito, son calificados peyorativamente con miles de epítetos que envilecen su condición humana. Los ejemplos, tristemente, no son pocos.
El mundo de lo fácil ha calado en la contemporaneidad en todos los ámbitos. Si estás enfermo, olvida el sacrificio del ejercicio o la alimentación. Una tableta es la solución. Si deseas bajar de peso, deja a un lado el esfuerzo y la actividad física. Un par de suplementos son la solución. Si deseas escribir, no te esfuerces, eso es de otras épocas, la Inteligencia Artificial lo hace por ti. Si deseas aprender, no leas, eso lo hacían los viejos, observa videos cortos que te darán la información. Tampoco es necesario estar informado ni buscar la profundidad en el análisis. Breves cápsulas informativas llegarán a tu celular. Si aspiras a un trabajo, no te esfuerces por ser el mejor. Dedica tiempo al placer hedonista. Las leyes protegerán tu menor esfuerzo. Ni se te ocurra aprender otro idioma o, si quiera, dominar tu lengua madre, internet hará el trabajo por ti.
El camino estrecho representa el valor del esfuerzo y la superación. Saber que se logra la meta con trabajo, tesón y entereza, disfrutar el éxito, gozar del camino mas que del logro. No solo se trata de alcanzar la meta, es, en suma, saber en quienes nos convertimos en el proceso. No solo se trata de tener una inmensa fortuna económica o espiritual. Se trata realmente de conocer que no solo tenemos lo que disfrutamos, sino que lo merecemos por nuestro esfuerzo. La parábola bíblica nos invita a una profunda reflexión de la vida. El valor del esfuerzo y el trabajo que son requeridos para construir una mejor versión de nosotros mismos. En esta reflexión, encontramos dos senderos claramente delineados: uno ancho y fácil, y otro estrecho y difícil. Aunque la tentación de optar por el camino amplio puede ser fuerte, es el camino estrecho el que conduce verdaderamente hacia la plenitud y la realización.
En el camino estrecho, nos enfrentamos a desafíos y obstáculos que nos desafían a crecer y evolucionar. Es un sendero marcado por la adversidad y la dificultad, pero también por la oportunidad de superación y transformación personal. Cada paso nos acerca un poco más hacia nuestra verdadera naturaleza y nos enseña lecciones valiosas sobre la vida y el universo que nos rodea.
Aunque parezca atractivo, el camino amplio conduce hacia la complacencia y la mediocridad. Es un sendero marcado por la gratificación instantánea y la evasión de responsabilidades, que nos impide alcanzar nuestro verdadero potencial y experimentar la plenitud de la vida.
La parábola de los dos caminos nos insta a elegir sabiamente y a seguir el sendero del esfuerzo y la dedicación. Es en el camino estrecho en el cual encontramos la verdadera grandeza y la realización de nuestro ser más auténtico. Que cada uno de nosotros elija con discernimiento y valentía, recordando siempre que el verdadero camino hacia la plenitud y la felicidad se encuentra en la búsqueda constante del crecimiento y la superación personal.