Por fin esta semana se reunió el presidente Petro con el Consejo Gremial; lo hizo después de incumplirles por lo menos una vez.
Las reuniones del Presidente con los sectores empresariales no han sido fácil: su lenguaje desapacible y confrontacional no ha hecho las cosas sencillas, igual que sus intervenciones un tanto invasivas en los asuntos del fuero interno de las organizaciones gremiales: de eso pueden dar cuenta, entre otras, la Federación Nacional de Cafeteros, la Andi, Fenalco y las Cámaras de Comercio.
La agenda de la conversación estaba servida: la agudización de la violencia en casi todo el país, la falta de conectividad por problemas de inseguridad e infraestructura vial, el deterioro de la economía y la necesidad de aplicar ya políticas anticíclicas (el crecimiento de la economía en este trimestre ha sido el menor en los últimos 14 años descontada la pandemia), la crisis financiera de la salud, y la ausencia de certidumbre en los resultados de las discusiones en el Congreso de la República de las tres grandes iniciativas de reformas, la de salud, la laboral y la de pensiones. Todos estos asuntos adobados con la intención de avanzar en la concreción de gran acuerdo nacional.
Fueron 32 gremios los reunidos, es decir, todo el sector empresarial que produce el 80% del PIB nacional, ingresa el 80% de los impuestos y genera el 75% de los empleos formales en Colombia.
Según las versiones que circularon en torno a los resultados de la reunión, el primer mandatario se refirió básicamente a la transición energética, la descarbonización de la economía, el acuerdo nacional y el tema de tierras. “Mucho dialogo y poca concreción” dijeron varios de quienes asistieron al evento.
Los analistas destacan la importancia de que el Presidente tienda una rama de olivo a los empresarios y empiece a elaborar con ellos una alianza que intente superar la extenuación de la coalición mayoritaria de las fuerzas políticas en el Congreso. Dijeron que, pese a que el encuentro fue cordial, los dirigentes gremiales quedaron con cierto sinsabor porque a su juicio no se definieron acciones concretas.
Al salir de la reunión en la Casa de Nariño, Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco aseguró: “Fue una reunión donde nos escuchamos, pero faltó concretar qué hacer de aquí en adelante. Ojalá pongamos en blanco y negro algunos acuerdos…”
La afirmación del dirigente de los comerciantes cobra relevancia porque coincide con el ánimo de muchos sectores de la opinión que piensan que al Gobierno le falta cauce, método; que, si bien puede saber lo que quiere, no sabe cómo hacerlo. Un ejemplo al canto es la bajísima ejecución sobre todo en sectores claves para la reactivación económica: la ejecución del gasto es del 13% en Infraestructura, 23% en Vivienda y 22% en Agricultura. Lo simpático, si no fuera un problema muy serio de inactividad del Gobierno, es que mientras que a Petro se le nota preocupado, y regaña y amenaza a sus más altos funcionarios, el ministro de Hacienda asegura que en este aspecto todo va muy bien.
No contribuye a solventar esta situación de ineficiencia el continuo cambio de altos funcionarios, 11 ministros y 92 altos burócratas, en solo un año. Se habla mucho del virtual desmantelamiento de las plantas de personal técnico de muchas oficinas que tienen un papel estratégico en el diseño y ejecución de políticas públicas sustanciales para el Gobierno que se dice de cambio, alguien dirá con sorna: “de cambio de funcionarios”.
La proposición que aprobó la plenaria de la Cámara casi por unanimidad esta semana convocando una gran conversación nacional en torno a la propuesta de reforma al sistema de seguridad social en salud, nos dice, primero, que la democracia a veces cuando se siente bloqueada, busca y encuentra su camino, y segundo, que el tema de la convocatoria a un gran acuerdo nacional no es una prerrogativa únicamente del presidente de la República, si no de todos quienes sientan que es necesario materializarla.