En las democracias las elecciones siempre significan un corte de cuentas; con el voto el ciudadano premia o castiga una gestión de gobierno: son siempre un plebiscito en torno a un presidente que se va o a uno que lleva ya un tiempo ejerciendo su mandato. Por esa razón, ante todo en las democracias más maduras, los resultados electorales suelen ser pendulares: unas elecciones las gana la derecha y las que siguen las gana la izquierda, por ejemplo. Esta circunstancia no solamente se presenta en el ámbito nacional, sino también en las entidades territoriales subnacionales. Los ciudadanos de los departamentos y municipios suelen cambiar de bando cada cuatro años. Tal vez aquí sea más evidente porque la democracia en estos espacios se ejerce de manera más genuina, más cerca a la comunidad, más cerca a sus expectativas.
Cuando se dan hechos políticos de inflexión, disruptivos, la ciudadanía tiende a evaluar con mayor rigor sus resultados: el hecho de que Colombia haya elegido por primera vez en su historia un Gobierno de izquierda, despertó muchas esperanzas, igual que la participación de partidos nuevos en el escenario local. Dichos partidos nuevos que se vendieron como alternativos, triunfaron en alcaldías como las de Medellín, Cartagena, Manizales, Cali, y Bucaramanga. A juzgar por las encuestas, tanto el presidente como estos alcaldes, han fracasado estruendosamente. Todo parece indicar que el péndulo electoral va en dirección contraria a los movimientos y partidos que avalaron esos mandatarios locales, todos afines al presidente Petro.
De una u otra manera estas elecciones son la cuota inicial de lo que vendrá luego, no solo por el ánimo de la opinión que se expresa en las urnas, sino por la importancia que tienen para el devenir inmediato del país, las administraciones municipales y departamentales. Los ciudadanos han entendido el momento político como una oportunidad de virar en otra dirección, y por eso, el Gobierno nacional y sus adláteres en municipios y departamentos van a recibir en estas elecciones una rotunda paliza. Y no se trata de un asunto ideológico o partidista, sino de clara sensación de derrota frente a las esperanzas de muchos colombianos de que las cosas efectivamente iban a cambiar en la dirección correcta.
Todas las señales nos indican que, frente a la gran insatisfacción popular, la opinión está mirando en la dirección contraria a la del Gobierno central y a la de la gran mayoría de gobiernos regionales y locales. Naturalmente Caldas no es ajeno a esta realidad: aquí hay una clara insatisfacción con los gobiernos de Manizales y de Caldas. Su magra popularidad la lastra su cercanía con el Gobierno Petro. El alcalde porque es de su misma cuerda política, y el gobernador porque es un conmilitón obediente de un ministro de este Gobierno.
Naturalmente tienen su candidato a la Gobernación. Es el Dr. Henry Gutiérrez, a quien han venido convirtiendo sin piedad en los últimos días, en una caricatura sin merecerlo. Si bien es cierto, fue un obsecuente servidor de su pariente político, el alcalde Marín, a quien le aprobó todo sin el mínimo reparo, no merece ese trato. Es claramente un hombre público que sabe obedecer a quien lo ayuda a elegir y no a quienes lo eligieron.
Hechas estas consideraciones mínimas, he definido hace rato por quién votar: votaré para la Gobernación de Caldas por Luis Roberto Rivas; decir que es un gran gerente público no es simple retórica de campaña: lo ha demostrado con creces al ser un excelente alcalde de Manizales y un casi que providencial gerente de la Industria Licorera de Caldas, empresa que rescató de la postración en la que la habían sumido años de manejos politiqueros, corruptos y clientelistas. Luis Roberto es un demócrata convencido, con posturas políticas claras, más no sesgadas por anacronismos ideológicos; tiene carácter y firmeza para tomar decisiones y no conoce la abyección frente a patrones o caciques políticos. Su vida pública ha sido puesta al escrutinio político y jurídico y ha salido airoso, tiene un serio plan de gobierno y nos genera confianza.
Empecemos por Caldas a transformar la realidad que nos inquieta. Luis Roberto puede hacerlo.