Sentado y con los ojos cerrados, respira y relájate hasta tener el cuerpo suelto. 
Pon una mano hacia arriba al lado de la cintura, con los dedos juntos, como para recibir algo.
Pon la otra con los dedos juntos, dirigida hacia el frente, como para enviar algo. 
Cree que Dios y los ángeles envían un hermoso rayo de luz dorada a tu mano izquierda. 
Cree que sube hasta tu cabeza y envuelve todo tu cuerpo. Te sana y te llena de amor y paz. 
Visualiza como sale por la mano derecha y mandas esa luz a familiares y amigos, uno por uno. 
Los ves delante de ti y mueves la mano de cabeza a pies varias veces mientras afirmas:
Dios mío, tu energía está con ellos. Envíala también a los que te hacen daño. Al final alaba y agradece.  
@gonzalogallog