La fuerza o la destreza. La última palabra en el fútbol la tiene la habilidad. Las grandes estrellas construyeron sus mitos desde la técnica. Así ganó Colombia el derecho a cuartos en el mundial femenino.

Con pocos sustos, seriedad al competir, pasión en cada jugada, sin ir al choque, para evitar el fútbol físico de Jamaica; con desmarques, movimientos, marcando la diferencia desde el balón.

Con posicionamiento y anticipo y una agresiva ocupación de espacios, sin dar libertad al rival.
En el medio campo estuvo el partido, con Diana Ospina, Lorena Bedoya, Leicy Santos, a punto del segundo gol que el palo le negó, y Catalina Usme, la autora del tanto que tuvo dos toques cortos, un pase largo, control preciso y magistral definición.

Gozaron ellas del respaldo de Jorelyn Carabalí y Daniela Arias, con extenuante y disciplinado trabajo defensivo.

En ataque, los esporádicos arranques de Linda y Mayra Ramírez, una delantera con dinámica en los movimientos, notable sacrificio y calidad en los duelos individuales.

Linda juegue bien o juegue mal, sabe que la cámara la sigue. Es diferente. Como ocurre siempre con otros astros del balompié. Esta vez, aunque inquieta y alegre con su juego, no fue fina su presentación.

Colombia, ante Jamaica, se jugó la vida y en este paso a paso ya está en cuartos. Sin miedos, sin complejos.

Es histórico.
La mente, los pies y el corazón en el fútbol que se juega, son la mejor combinación.

Mucho ha cambiado para Colombia el fútbol femenino. El derecho adquirido de ganar notoriedad nunca fue una misión imposible.

Hoy la gente lo sigue, quiere verlo. creciente son la expectativa, el reconocimiento y la atención.
No es pasajero este amor. Saben las futbolistas que no solo es buscar los objetivos, sino empujar para lograrlos. Al equipo le sobran competitividad y respuesta positiva a la exigencia.
Es creer, para soñar.