Las presentaciones son una buena oportunidad para vender, no solo productos o servicios, sino ideas y conocimientos que se quieran transmitir. Son un instrumento fundamental para enganchar a las audiencias. El impacto que generan es clave, “todo entra por los ojos”, dice el adagio. Quienes estamos en el mundo corporativo y académico, las usamos como el pan de cada día, pero pese a esto, lo frecuente no es toparse con buenas presentaciones.

La primera reflexión que vale la pena hacer, es que cada línea con la que nos expresamos habla de nosotros; nuestras presentaciones, hoja de vida, escritos y publicaciones en redes sociales son un reflejo de nuestra marca personal. Por este motivo deben cuidarse impecablemente. De ahí que la buena ortografía sea el primer factor relevante. A mi se me revuelca el estómago cuando veo un error ortográfico en una presentación de algún conferencista (incluso de importantes escenarios), profesor o directivo, y sí señoras y señores, pasa y con más frecuencia de la que se creyera. Imperdonable, los correctores están a un clic.

Otro asunto no menos importante, tiene que ver con el uso correcto de los signos de puntuación, los errores más frecuentes se observan con los de admiración e interrogación, en ambos casos se usan abriendo y cerrando, y por supuesto el estilo, que incluye el uso adecuado de las mayúsculas, otro caballito de batalla. Antes de elaborar una presentación pregunte por el tiempo que tiene para hacerla, y diséñela acorde con esta variable. Tenga claro quién será su audiencia, adapte el lenguaje. Al finalizarla, revísela, léala en voz alta, y ensáyela. Es crucial que cumpla con el tiempo asignado. También es fundamental que se presente usted, que exponga el objetivo, el índice del contenido, y que desarrolle la exposición con un hilo conductor y narrativa clara. Para cerrar recapitule lo visto.

La modulación, correcta dicción, entonación y expresión corporal hacen parte del paquete. A pesar de que existen en todas las aplicaciones un sinnúmero de plantillas, recuerde que si decide usarlas, quizás su presentación se va a parecer a la del vecino. Lo ideal es que diseñe desde cero su propia plantilla o tema por un asunto de identidad. Acá defina la tipografía a usar, máximo 3 y de la familia Sanserif (sin serifas). Establezca estándares de tamaño para los títulos, el contenido y otros. Recuerde que una presentación es una guía de un discurso, no es un recurso para escribir grandes párrafos en cada diapositiva. Para esto están las notas del orador. Menos es más. Use elementos multimedia (fotos propias y gifs), si tiene videos que sean cortos.

Ilustre todo lo que pueda, “Una imagen vale más que mil palabras”. Use efectos de transiciones y difuminaciones solo cuando sea necesario. No olvide los derechos de autor y dar los créditos que aplique. Utilice herramientas de gamificación (técnica que involucra juegos), para lograr participación activa de los asistentes. Hoy existen múltiples aplicaciones basadas en inteligencia artificial, pero como ven, hacer buenas presentaciones es un asunto que trasciende la tecnología. Por mi parte soy fan de las presentaciones de Google, que en su versión de Workspace permite instalar el complemento de Gemini. Otras recomendadas son: Slidesgo, Gamma, Tome, Simplified, Canva (versión paga).

Para terminar dejo un par de recomendaciones de libros útiles en estas lides. ‘Charlas TED’ de Chris Anderson, director de TED; y ‘Cómo se escribe’ de Fernando Ávila. También un consejo del conferencista Juan Pablo Neira: “Encuentra una gran idea, cuéntala con historias, exprésala con imágenes y preséntala con pasión”.