Se ha publicado el libro “Experiencias transformadoras UNAL”, especie de informe de la gestión cumplida por nuestra rectora, Dolly Montoya, en la antesala de entregar la posta a quien la suceda. Es un volumen sustancioso que aporta algunos datos sobre lo realizado, pero ante todo expone criterios, en especie de marco referencial de lo realizado en los dos períodos que tuvo a su cargo (2018-2024), con enunciados de procesos que acentuaron el principio fundamental de construir sobre lo construido, sin ningún espíritu adánico. Y dar desarrollo al postulado fundamental de ser la UN el Proyecto cultural, científico y colectivo de Nación. Estos dos enunciados fueron el soporte de la tarea cumplida, con talento y dedicación, con apoyo en equipos competentes, de académicos y administrativos, comprometidos con el mejoramiento continuo, en los múltiples campos de competencia institucional.

La profe Dolly es de notable trayectoria científica, PhD en Alemania, creadora del Instituto de Biotecnología, líder del Grupo de bioprocesos y bioprospección, es la primera mujer en acceder al rectorado en la casi bicentenaria historia del Alma Mater (fundada por Francisco de Paula Santander en 1826 como Universidad Central de la República, creador de la educación pública), la Universidad por excelencia del Estado colombiano. Ha fungido como presidente de la Unión de Universidades del América Latina y el Caribe, con más de doscientas instituciones. Realza los postulados de disponer de una institución vital, con despliegue del pensamiento crítico, el estímulo continuo en aplicaciones pedagógicas, con desarrollo del conocimiento, con sentido de adaptación y transformación, y los compromisos con las comunidades, en busca perseverante de la paz, a través del diálogo y del esclarecimiento de problemas para encaminar colectivamente las soluciones. Consciente de las tradicionales tensiones entre las tradiciones y el cambio, con el objetivo del bien común.

Entre los avances significativos en el libro se indican la creación y puesta en funcionamiento de la Sede de la Paz (municipio La Paz, depto. del Cesar), la creación de la facultad de Ciencias de la Vida (Medellín), el Modelo InterSedes, que permite la división de tareas y la cooperación entre las nueve sedes, para afinar procesos de gestión y de dirección, con trabajos en red. Se creó la Dirección nacional de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, con cuatro divisiones de responsabilidad de las sedes, con alcance nacional, así: la de infraestructura y gestión de servicios, a cargo de la sede Bogotá; la de aplicaciones, en Medellín; la seguridad de información, en Manizales, y las identidades digitales en Palmira.

Se conformaron cinco comisiones de crisis: para hacer seguimiento y abordar problemas en salud y bienestar; en lo financiero; en ciencia, desarrollo tecnológico e innovación; en cuestiones académicas, y en procesos de actualización digital. En cuanto a crisis, se resalta el compromiso de funcionamiento de la universidad, durante las movilizaciones sociales y en la pandemia, sin haberse perdido ningún semestre académico Asimismo, se acentuó la creación de centros de pensamiento en artes, patrimonio cultural y acuerdo social; en comunicación y ciudadanía; en desarrollo rural, y de manera muy singular el Centro Nicanor Restrepo para la reconstrucción civil, en memoria de un líder empresarial, académico y gestor de paz. En temas de paz se dispuso de la Escuela permanente de pensamiento universitario, articulada a comprender y desarrollar políticas y procesos encaminados a consolidar maneras de desarraigar formas de la violencia en los territorios y entre las personas, además con el fortalecimiento de la equidad de género.

Para identificar procesos de cambio, se tuvieron herramientas de análisis de sentido y significado, lo que fuera palpable y evidente, los contextos, las maneras de incorporar trabajo colectivo y de autorregulación, así como la detección de madurez y sostenibilidad. Se destaca de manera especial la formulación participada de los planes de desarrollo, incorporando los dos períodos de la rectora y el plan estratégico 2035. Se trabajó con intensidad en retos de ambición para el diseño y formulación de políticas públicas, las relaciones Universidad-Estado-Mercado-Sociedad-Medio ambiente y en la gestión del conocimiento, en busca de la formación integral. Como experiencias singulares, en el libro se nombran: Laboratorios al parque (Manizales); Escuelas agrobiológicas (Palmira); El colegio a la U (Tumaco); Aulas vivas (Orinoquia); Programa Ondas (Caribe y Amazonas); Jardín de mariposas y red cultural (Medellín); Semillero de innovación social e innovación para la paz (Bogotá). El bienestar universitario también fue preocupación central, al reorganizar el sistema administrativo y concertar procesos con los beneficiarios.

En cuestiones pedagógico-académicas, está la directriz de estimular en los estudiantes el desarrollo de sus propias potencialidades. Y los docentes con el compromiso de armonizar ciencia, arte y humanismo. La ejemplaridad del educador es determinante. Los procesos de reforma, continuos, con apoyo en asimilar experiencias, con sentido de autocrítica y de valoración de los contextos, son saludable ambición. Los campus universitarios, constructores de nación y de paz.