Gustavo Petro ha sido un  gobernante fuera de todo parámetro y contexto.  A sus aliados los congresistas, para sacar sus “reformas sociales” los trata por un lado, negociando con ellos, dándoles contratos y nombrándoles a sus amigos en cargos  públicos y por el otro, atacándolos agresivamente hasta el punto, como lo hizo recientemente,  de decirles que están aliados con los narcotraficantes.  Lamentablemente es tan grande la codicia de los congresistas que poca trascendencia le dan a los comentarios de su “querido amigo” el Presidente.  Hay que aclarar que ante la acusación que les hizo Petro a los congresistas, el Presidente del senado protestó sin que nada pasara.     
El Presidente periódicamente manifiesta que hay un movimiento nacional y hasta internacional, que quiere tumbarlo del gobierno, mediante  lo que él denomina como  un  “golpe blando”, cuando la realidad es que  ningún colombiano  está interesado en  sacarlo del puesto, especialmente porque su reemplazo seria la vicepresidenta, Francia Márquez, quien en su cargo se desdibujó totalmente.   Atrás quedó todo su reconocimiento como lideresa social y defensora de los derechos humanos.  En su puesto se ha mostrado  como una persona resentida y desafiante de las críticas recibidas por los abusos de poder que ha cometido.  
Con todos los pergaminos de la señora Márquez, se esperaba una gestión muy fuerte especialmente con sus paisanos de la Costa Pacífica.  La percepción es que los abandonó. Además, lleva más de dos meses de posesionada como Ministra de la Igualdad y no ha hecho nada. El sentir de la comunidad es que ese ministerio es un embeleco del gobierno y un premio de consolación a la vicepresidenta. 
Al Presidente el golpe blando se lo está promoviendo su círculo cercano. Está siendo víctima de lo que se conoce como “fuego amigo”. Los principales ataques se han dado por parte de Armando Benedetti, su hijo Nicolás Petro  y recientemente de su hermano Juan Fernando Petro. 
En la campaña presidencial se conoció que el hermano del Presidente estaba negociando votos y apoyos en las cárceles, en compañía del hoy “alto comisionado para la paz”, con los narcotraficantes y mafiosos, lo que su momento se denominó como el “pacto de la picota”. Cuando esto salió a luz pública se produjo un ataque frontal contra el periodista que publicó la noticia, especialmente por parte de las bodegas de las redes sociales petristas.
Recientemente Juan Fernando Petro en una entrevista por televisión, informó que gracias a la gestión realizada en campaña en las cárceles, se habían conseguido los votos requeridos para la elección del Presidente. Gustavo  Petro salió a aclarar que no fueron tantos los votos que pusieron estos personajes, reconociendo tácitamente el apoyo a su campaña por parte de los narcotraficantes y mafiosos.   
En la entrevista Juan Fernando manifestó que la vicepresidente le parece totalmente incompetente y  que el Presidente sufre del espectro autista denominado Asperger -que no lo inhabilita para desempeñar el cargo-, con lo que pretendía disculpar las reiteradas  inasistencias y retrasos a sus compromisos por parte del mandatario.  Igualmente, resaltó que su hermano Gustavo es un genio, aunque reconoce que vive en la nebulosa.  
El Presidente -como si estuviera todavía en la oposición-,  está estudiando la posibilidad de expedir un decreto mediante el cual invita,  con apoyo económico del gobierno, a  una marcha campesina, para presionar que salga adelante su propuesta de reforma agraria, desconociendo que la responsabilidad de implementarla es del gobierno.  Como quien dice, invita a marchar  contra su propio gobierno. La misma Ministra de Agricultura reconoce que solo se ha comprado en este proceso una tierra, que inclusive no cumple con los requerimientos contemplados en  la reforma.
La propuesta de la marcha  está generando muchas críticas y un gran temor, debido a que se va a llevar a cabo especialmente en territorios  que están dominados por grupos al margen de la ley.  Para nada está bien la participación del gobierno en estas marchas, en las que puede llegar a suceder que los manifestantes envalentonados y protegidos, terminen tomando acciones que amenacen la estabilidad del gobierno y la toma total de los territorios.