Los antiguos egipcios debían tener grandes conocimientos de astronomía. La construcción de los templos de Abu Simbel así lo demuestra y de qué manera. Dos veces al año, los días 21 de octubre y 21 de febrero la luz del sol se abría paso por el estrecho espacio que dejan las dos salas hipóstilas y el Santuario para iluminar las estatuas de Amón, Ra y Ramsés, mientras la estatua del dios Ptah, que era el dios del inframundo y que está al lado de las otras tres, permanecía en tinieblas, en la penumbra. ¡Vaya precisión! Naturalmente “el milagro” duraba escasos segundos.
Hablando del traslado de estos monumentales templos no podemos olvidar que en Bogotá se trasladó hace unos años, mediante potentes grúas, el edificio de varios pisos de Cudecom. El edificio pesa 7.000 toneladas y fue trasladado 29 metros, hace 46 años.  Fue un prodigio de la ingeniería colombiana, récord mundial que duró 30 años hasta que China lo rompió.  La diferencia con los templos de Nubia reside en que estos fueron fracturados en bloques y trasladados; nuestro edificio no fue fracturado, sino empujado por potentes grúas.
Al lado del templo de Ramsés se encuentra el de su esposa, Nefertari, en un solo bloque.  No confundir con Nefertiti, esposa de Akenaton, el farón hereje y madrastra de 
Tutankamón.  El templo tiene seis estatuas en la fachada: 4 de Ramsés y 2 de Nefertari. A diferencia del templo de Ramsés, estas estatuas están de pie. El templo está dedicado a Nefertari y a Hathor, diosa del amor y de la belleza, correspondiente a la Afrodita griega o a la Venus romana. La sala tiene 6 columnas coronadas con la diosa Hathor y en el santuario se encuentra una estatua de la misma diosa. 
Los templos estuvieron sepultados por la arena durante muchos siglos. Los descubrió el suizo Johann Ludwig Burchardt y los desenterró el italiano Giovanni Belzoni que cargó con los tesoros.  Fueron muchos los arqueólogos y viajeros suizos los que descubrieron muchos templos del Egipto antiguo.
Una placa agradece a Alemania su colaboración para el traslado de los templos. El costo fue de 40 millones de dólares de la época, unos 336 actuales. Para sostener los templos adosados a una colina arenosa, debajo de ella hay una poderosa estructura metálica que no está a la vista. 
La famosa batalla de Kadesh fue sellada con el primer tratado de paz de la historia. El rey enemigo de Ramsés II fue el hitita Muwattali II. Ambos contendientes se declararon victoriosos. En todo caso el triunfo para Ramsés II fue pírrico. La batalla ocurrió a orillas del río Orontes, en Canaán, hoy Siria, en los límites con Líbano. Entre los muchos hijos de Ramsés II figura Merneptah, en cuyo reinado los israelitas salieron de Egipto. Este acontecimiento clave en la historia de los judíos apenas merece unas pocas líneas en la historia de Egipto, cosa que disgusta a los judíos. De paso hacia el norte de Egipto nos detenemos en Asuán para navegar en faluca, barcas de una sola vela blanca. Son inseparables del paisaje del Nilo. Es un paseo muy romántico. Imposible no conocer el famoso Jardín de Kitchener que se encuentra en la isla del mismo nombre. La isla fue un regalo que el gobierno hizo al general Horatio Kitchener que fue enviado a Egipto y gobernó Sudán. Las dos islas cercanas a Asuán son Elefantina y Kitchener, esta muy pequeña. El general la convirtió en un jardín con plantas exóticas y los viajeros la visitan como lugar de poético descanso.