Si Colombia es el segundo país en biodiversidad del planeta, mucho se lo debe a la Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM) que con todos sus picos térmicos, situación en el trópico y a orillas del mar, posee multitud de especies de animales y de plantas. No fue sino llegar a la casa campesina y ya Ramiro se había metido en el bosque vecino, desesperado por encontrar y fotografiar al colibrí barbudito, cuyo hábitat son los páramos y que según Wilson Álvarez se encuentra con toda seguridad en la zona que visitamos, que es rica en endemismos de aves.
El tal animalito, que es una joya de la avifauna, se denomina científicamente: Oxypogon cyanolaemus. También lo llaman barbudito azul paramuno o colibrí chivito y es endémico de los páramos de la SNSM. Estábamos, pues, en los dominios del dichoso colibrí, uno de los más bellos de su especie, que vive entre los 3.050 y 4.265 metros. Nosotros estábamos en el límite inferior de su hábitat. Ramiro estaba feliz, pues el dichoso pajarito revoloteaba por todas partes en el bosque, pero no lo pudo fotografiar. No se detenía en ningún momento, cosa difícil de pedir a los colibríes.
Wilson nos hablaba de cinco especies de pájaros, según él endémicos de la región y con ello encendía las ilusiones de Ramiro. Además del colibrí barbudito, estos otros: reinita de ojo blanco, colibrí cabecicastaño, tapaculos de cola marrón y red star de corona amarilla. El nombre en inglés del barbudito es: blue-bearded helmetcrest. Su alimentación principal es una especie de frailejones. Su supervivencia se ve amenazada por la destrucción del páramo llevada a cabo por los indígenas con la ganadería, las quemas y la utilización de los troncos de los frailejones para la construcción de las viviendas. Ramiro, experto pajarólogo, me cuenta que hay dos especies de aves endémicas de esa región: un loro de nombre Pyrrhura viridicat y el picogordo de nombre Pheucticus laubmanni.
La bella casa campesina en la que estamos alojados se llama El Carpintero y sus amables dueños son Eliécer y Yaneris. A mí personalmente me recuerda la casa de don Gonzalo Guevara en Los Farallones de Cali. La frecuenté muchas veces en mis ascensos a esas montañas del Valle en la década de los años 60. Con mis viajes se hizo muy popular y muchos montañistas caleños comenzaron a frecuentarla. Para mí era punto de partida para Los Farallones donde viví muchas aventuras, rescaté restos de aviones estrellados, descubrí el llamado “Túnel de mister Joyes” y conocí las famosas minas de oro ubicadas a 4.000 metros de altura y que se llaman el Socorro y el Diamante. Yo llamo a estos Farallones, hoy Parque Nacional, las montañas de mi juventud. Allí nace el río Cali, llamado arriba la quebrada de la Mina y que hoy desgraciadamente baja envenenado con mercurio por los centenares de mineros que están acabando con el tesoro de los caleños, sus Farallones. Don Gonzalo murió hace muchos años y su recuerdo cordial permanece vivo en el corazón de muchos caleños.
La noche en El Carpintero nos sirvió de descanso para la dura jornada vivida y de inicio para la siguiente. Así las cosas al día siguiente nos hundimos más en los duros y bellos caminos de la montaña. Detrás de la casa se inicia un exigente y corto ascenso que nos lleva a una larga travesía. Como ayer, el día totalmente azul era una invitación a gozar del paisaje y del camino. Nos detuvimos a descansar y a fotografiar un bosque millonario en bromelias, o quiches preparando el ascenso a La Escalera.