Llegamos al Mediterráneo. Estamos al norte del país, llamado Bajo Egipto. Nos encontramos en Raschid, ciudad ubicada en uno de los brazos del delta del Nilo, a 70 kilómetros al noreste de Alejandría. Los franceses de Napoleón la llamaron Rosetta. En esa ciudad encontró el capitán Pierre-Francois Bouchard, durante la campaña napoleónica, la Piedra de Rosetta, la más famosa Piedra del mundo, el 15 de julio de 1799.
La Piedra es de granodiorita gris oscura, pesa 760 kilos y mide 1,2 metros de altura. Contiene un decreto de Ptolomeo V del año 196 antes de Cristo. La Piedra tiene el texto en tres idiomas: arriba en jeroglífico egipcio, en el medio en demótico y abajo en griego antiguo. Los británicos vencieron a los franceses en Egipto y tras la capitulación de Alejandría, en 1801, la Piedra pasó a manos de los ingleses y se encuentra ahora en el British Museum de Londres.
En 1822, Jean-Francois Champollion descifró el texto de la Piedra y reveló así al mundo la cultura del antiguo Egipto. Ya se pueden leer los cartuchos, los mensajes de los faraones y de su entorno y los escritos de las tumbas y de los templos. La Piedra pertenece a Egipto y los ingleses que la usufructuaron durante más de 100 años deberían devolverla ahora con motivo de los dos centenarios que celebran Egipto y el mundo: el desciframiento del texto de la Piedra y el descubrimiento de la tumba de Tutankamón. De igual manera el Museo de Londres debe devolver los frisos del Partenón a Grecia y el Neues Museum de Berlín el busto de Nefertiti a Egipto. Lo lógico es que estos museos fabriquen las respectivas copias y devuelvan los originales. Ya pasaron los tiempos del colonialismo.
Seguimos a Alejandría, espléndida ciudad, metrópoli de la cultura del mundo antiguo, merced a su biblioteca. La ciudad fue fundada por Alejandro Magno el año 331 antes de Cristo y se convirtió en el puerto más importante del Mediterráneo en esa época. Ptolomeo II Filadelfo construyó un imponente palacio que tenía adjunto el Museo con muchas salas para los científicos y filósofos que allí trabajaban, escribían, investigaban y eran pagados por el gobierno. La lista de sabios, científicos y filósofos que desde Alejandría iluminaron el mundo es larga. Estos son algunos de los más conocidos: Arquímedes, Euclides, Hiparco, Eratóstenes y Galeno. Se puede decir que todas las ciencias desde la astronomía, la matemática, la arquitectura, la medicina, la ingeniería, la geografía, la filosofía, deben aportes significativos a estos sabios de Alejandría.
El arquitecto de Alejandría fue Dinócrates y no construyó la ciudad a la manera islámica, sino que la organizó en cuadro como las ciudades de Hispanoamérica. La ciudad fue famosa por su biblioteca y por el faro que forma parte de la lista de las siete maravillas de la antigüedad y fue construido por Sóstrato de Cnido el año 280 antes de Cristo y medía 100 metros de altura. Fue destruido por varios terremotos. Se han encontrado restos suyos en el fondo del mar, en el sitio donde después se construyó la fortaleza de Qaitbey.
El orgullo de Alejandría fue su biblioteca, que contenía todo el saber de la antigüedad y no sobrevivió a guerras posteriores. En la actualidad Alejandría ha construido una inmensa biblioteca que honra a la ciudad y a su lejana predecesora. El edificio en forma de concha mide 85.000 metros cuadrados y alberga 8 millones de libros, 100.000 manuscritos, y una valiosísima colección de libros únicos y raros. Un viaje a Egipto no estaría completo sin la visita a Alejandría.