Definitivamente, el pueblo antioqueño está hecho de un material muy distinto al del resto de los colombianos. Esa materia prima se llama pujanza, que es la fuerza y el coraje impreso en el ADN de la antioqueñidad, heredada de generación en generación por sus mayores. No de otra manera puede entenderse la gloriosa épica de la colonización antioqueña, lograda a base de contundentes e incontables hachazos, sumados al desbroce del machete, impulsado con vigor por el brazo musculoso del antioqueño andariego. Hacia el sur se extendió su afán colonizador, cuando el oro empezó a escasear en el oriente que habitaban, llegando a las tierras de Caldas, Quindío, Risaralda y el Norte del Valle, que se fueron transformando en prodigiosos minifundios alejados de las grandes extensiones, pues solo les bastaba con qué alimentar y sostener la prole, la que no rebajaba de sus 12 o 15 hijos.
A la par con este afán, fueron construyendo sus caminos y más tarde los ferrocarriles, creando un comercio interno poco conocido en otras regiones, afianzándose luego la economía cafetera que a la par con la minería, le dieron extraordinario impulso al desarrollo del país. De la mezcla inicial de españoles, indios y negros, resultó la raza antioqueña, pese a la vieja leyenda de que la primitiva Antioquia fue fundada por judíos sefardíes de quienes heredaron su desmedida ambición, a más de ser dotados, por sobre todo, de aptitudes superiores para el negocio y el comercio.
Encontrarse este arquetipo humano con un loquito venido a más como presidente de los colombianos, tuvo necesariamente que sentirse lastimado, insultada su inteligencia y ultrajada su pujante trayectoria que los ha llevado a recorrer este largo año y medio en álgidas controversias y difícil entendimiento. En medio de un discurso en la Universidad Industrial de Santander, Petro cuestionó las inversiones del Gobierno nacional en Antioquia y dijo que estas tenían como propósito favorecer los “grandes capitales”, al construir carreteras entre El Poblado en Medellín y Rionegro, donde quedan sus fincas. Estas declaraciones se dieron cuando varios proyectos de infraestructura de Medellín y Antioquia están en vilo, por 4 billones que debe entregar la Nación para terminar el Metro de la 80, el Tren del Río, el Túnel del Toyo y la terminación de las Autopistas 4G las cuales están ya comprometidas en vigencias futuras.
Las autoridades de Antioquia, tanto el gobernador como el alcalde, apoyados por todos sus habitantes, coinciden en que es un castigo infligido por el alto Gobierno a la región antioqueña por su abierto antipetrismo. Es de resaltar que, como es costumbre, Petro continúa desubicado, pues entre las concesiones 4G de Antioquia que ya están terminadas y las que faltan, no hay ninguna que pase por entre El Poblado o Rionegro. En cambio, conectarán desde Antioquia a Necoclí con Cartagena, o sea, el Pacífico con el Caribe colombiano. Igual, no sobra decir, que ni el Metro de la 80 ni el Tren del Río tienen como principales beneficiarios a los habitantes de El Poblado ni a los de Rionegro. El Túnel del Toyo, el más grande de América Latina, va en un 88% de ejecución, conectando buena parte del departamento con el Urabá antioqueño y sus puertos, y no como señala el despistado Petro, entrelazando fincas de recreo en el oriente, lo que obligó al gobernador, Andrés Julián Rendón, a responderle: “Son vías para Colombia, no para los ricos de Antioquia”.
Con el recaudo de un monto superior a los 3 mil millones de pesos de la “vaca” propuesta por el expresidente Uribe, Petro ya le dijo al gobernador: “Podemos conversar cuando quiera sobre la realidad financiera de las 4G y posibles soluciones”. A lo que respondió el gobernador: “presidente Petro, la vaca está firme. Continuará impulsada por la solidaridad de miles de antioqueños y colombianos. Claro que podemos conversar y hablar sobre cómo terminamos las 4G, por el bien de todos”.
Ante los incuantificables daños causados a la economía del país por su irresponsable proceder; bien pudiéramos, aprovechando la partida de cobijas entre el presidente y Mordisco, hacer otra multimillonaria “vaca” para pedirle a Mordisco que se encargue de Petro. Pero ojo, alguien pudiera decir que esta es una propuesta violenta. No, en absoluto. Solo estamos diciendo que la “vaca” es para que Mordisco se encargue de Petro y esto puede significar, por ejemplo, que lo convenza de que no le haga más daño al país.