Román supo aprovechar el cuarto de hora de su primer toro para sellar la suerte de la tarde. De hecho, el tren de las oportunidades no volvió a pasar jamás por la estación de la Monumental. Todo, a cuenta del descastado y manso encierro de Paispamba, que se llevó de calle la tercera de abono de la Feria.
Buen lector el torero de Valencia. A lo mejor también en privado, porque en cuanto a su capacidad para mirar entre líneas lo que tenía en frente en su primer toro, no dejó dudas. Le echó mano como debía ser: pronto y con decisión.
De salida, lo vio venir de largo con el capote y lo cuajó. Además, con variedad y buen gusto. Enseguida, se puso de rodillas, para ligarlo en una serie de derecha con emoción. A partir de ahí hubo pareja, en tandas que resultaron templadas y con aroma. Enseguida, los naturales se dejaron en ver en un espacio más bien estrecho.
Sonó entonces la alarma cuando el toro comenzó a venirse abajo. Ahí, en ese mismo instante, surgió de nuevo el hombre que escaneó el contexto de una plaza que ya hervía, para pisar otros terrenos, esos que sacan admiración y tributan respaldo popular. La espada hizo el resto. Dos orejas y puerta grande.
Del resto de Paispamba, poco. O mejor, nada. Hubo ese primero sin fuerza que no podía ni tampoco quería, al que Leandro intentó socorrer sin éxito. El tercero se desfondó en un suspiro para frustración de Juan de Castilla. El cuarto pareció buscar a alguien en los balcones. El quinto osciló entre las bravuconadas y la mansedumbre, eso antes de medir en la muleta a Román y luego de sembrar el desorden en la arena con sus carreras despavoridas. Y el sexto se apagó a las seis en punto, como si tuviera afán.
En resumen, un torero, Román, dispuesto a quedarse en el alma de Manizales con arte y con recursos, más dos voluntades - las de Leandro y Juan de Castilla - sin respuesta de la contraparte. Y en los tendidos, ese sí, un suceso, el tendido joven que nos llena de a ilusión a quienes ya no lo somos, porque la fiesta tiene quiénes recojan esta posta de sentimiento y la hagan propia.
Sobrero: la lección de valor y entrega de los tres novilleros (Sebastián Cáqueza, Andrés Bedoya y Santiago Fresneda) en el festejo del martes pasado, también es una inyección de afición. Como lo es, en el campo de la seriedad, el encierro bien presentado y de notable comportamiento de Achury Viejo, en un tarde en la que el temporal no pudo amainar ni lo uno ni lo otro. Y menos, el entusiasmo y la pasión en los tendidos. Es por eso que Manizales es diferente.
Ficha de la corrida
63 Feria de Manizales
Tercera corrida de abono
Seis toros de Paispamba, bien presentados, en general, a excepción del segundo, que tuvo tranco y bondad, aunque se apagó al final. Los otros cinco, mansos (el quinto, perdido) y descastados, pitados casi todos en el arrastre.
456, 460, 500, 476, 494 y 474 kgrs
Leandro de Andalucía
Rosa y oro
Palmas y silencio
Román
Grana y oro
Dos orejas y Palmas tras aviso
Juan de Castilla
Azul cielo y oro
Palmas y silencio
Detalles:
Plaza casi llena, tarde fresca
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