¿Por dónde empezar? ¿Acaso por ese primero, noble entre los nobles de Ernesto Gutiérrez Arango, con el que Enrique Ponce hizo el toreo, su toreo, ese hecho para salón pero que el valenciano convierte en carne, como si no existieran el viento, el tiempo, el agua o el sol. Sí, como si el toro fuera parte suya, que finalmente lo fue hasta indultarlo, hasta adueñarse de cada embestida, para la que parece tener siempre el trazo perfecto.
¿Dónde está el secreto para ligar y ligar sin que se noten sus empalmes? Aquellos que, igual, rodaron en una misma secuencia en ese, el noble; o en el otro, el tercero, al que convenció para que se fuera a vivir en los medios, cuando el toro había jurado que lo suyo eran los adentros. ¿Había quizás allí unos hilos invisibles que sujetaban el animal a su muleta? ¿Es tan fácil, maestro, como se ve desde arriba, convertir también el agua insabora de los toros que no valen en vino, añejo además?
¿Por qué duran tanto ellos, los toros, en sus manos? Porque si bien la bravura es duración, otra cosa es tener la magia de dar casi siempre con una veta invisible para los demás pero muy familiar para usted. Pasó en el uno, pasó en el dos, pasó en el tres. Y si le echamos un cuarto, ¿nos repite la dosis?
Y, díganos, ¿se puede ayudar con capote y muleta a los que les faltan las fuerzas, como pareció ese quinto, sin perder las formas? Es decir, sin que asome por debajo de la chaquetilla o de la taleguilla la blusa de cirujano o de enfermero. ¿Eso de tapar los defectos es, vale la pregunta, una de las razones por las cuales se metió a esto, a escribir una época del oficio, esa misma que lleva su nombre en letras de molde?
Hablar aquí de cuatro orejas cortadas y de una vuelta al ruedo, con el perdón suyo, es quedarse en la superficie. Mejor es guardar para siempre todo esto otro que se resume en torería, en hondura, en arte y en saber.
¿Y por dónde seguir? ¿De pronto por este Julián López El Juli que, al final de la tarde, de regreso al hotel, debió domar ese león que lleva por dentro, aquel que no se resigna a ser primero, porque ni siquiera eso le basta? Amarró a su primero y lo metió en esa muleta que traduce poder. El poder para templar, el poder para mandar y el poder para obligar.
¿Es posible no detenerse en la forma como se fajó en el siguiente, porque era en ese, o no era nunca. Con el toro de más emoción, además. Por eso ahí las cosas tuvieron otro precio y otro valor, su valor. Fueron dos orejas. Para el registro. Pero más importante es todo cuanto nos llevamos a casa para, enseguida, preguntar cuándo estará otra vez puesto para volver a los toros, a verlo y a sentirlo. A vivir lo que nos hizo vivir en ese sexto, en el que dio con la clave para resolver lo que muchos nos preguntamos, ¿y cuánto durará este? Fácil, lo que usted diga y quiera, maestro.
Sí, un mano a mano y dos genios.
Ficha de la corrida
63 Feria de Manizales
Quinta de abono
Seis toros de Ernesto Gutiérrez Arango, justos de presentación, en el tipo de la casa. Noble el primero, al que se le concedió el indulto (de nombre ‘Canario’, número 107). Bravo el cuarto. Segundo y tercero, con tendencia a las tablas. El quinto, de menos a más.
El sexto, con movilidad.
498, 450, 456, 486, 466 y 468 kgrs.
Enrique Ponce
Tabaco y oro
Dos orejas simbólicas, dos orejas y vuelta al ruedo, tras petición
El Juli
Azul pavo y oro
Saludo, dos orejas y ovación
Detalles: plaza llena y tarde fresca. Invitación el 21 de enero a espectáculo de Superlandia, alternando con niños de la escuela taurina de Manizales, a beneficio de Tauro Joven.
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Enrique Ponce hizo el toreo, su toreo
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