En el mundo del toro, como en la vida, alcanzar la madurez requiere tiempo y trabajo. Pero, además, constancia. Y si vamos un poco más allá, certeza de saber que se ha entrado en una etapa en la que el presente es más importante que el pasado, e incluso que el futuro. A eso, los toreros le tienen nombre propio, le llaman poso.
Luis Bolívar tiene eso hoy: poso para torear y poso para disfrutar. Y ayer lo desplegó desde el capote hasta ese estocadón ante la cara de ‘Autor’, el toro de Jorge Gutiérrez que supo ondear la divisa de una ganadería que forma parte de esa quimera que hace 70 se le ocurrió a unos quijotes y hoy es historia pura.
Hubo muchas cosas buenas en ese cuarto turno. Quizás, y sin exagerar, desde que el #237 asomó por la puerta, con esas hechuras que eran todo armonía. No le sobraba nada ni tampoco le faltaba. Dirán algunos que más cara. Relativo, el toro era ofensivo, en concordancia con todo lo que corría detrás de sus pitones. Esos mismos que fueron abajo, generosos en procura del percal de Luis Bolívar, en una serie de verónicas ligadas y templadas que sucedieron a la larga cambiada.
Y en la muleta, igual. Franco, tal cual acometió a los cites de los cambiados por la espalda en que hubo emoción y, ante todo, firmeza de Luis, aquella que no conoce el significado de rectificar. Las dos primeras tandas por la derecha tuvieron el don de ligar, pero, ante todo, el de mandar. Y con ese precedente vinieron los naturales, en una secuencia en la que el más reciente resultó mejor que el anterior, para dejar el pálpito en los tendidos de que esa era la primera faena en mayúsculas de la Feria.
Y fue esa misma madurez la que aconsejó al torero colombiano no excederse, no ir más allá de dónde llamaba la prudencia. ¨Por eso, tras los doblones en que se sintió su poder, vino el espadazo que tiró patas arriba al amigo de Dosgutiérrez, que sin duda lo fue.
Un par de orejas y una vuelta al ruedo al toro, todas a ley.
En el tercero, José Garrido escribió el complemento de la corrida, con una faena hecha a mano alzada con la izquierda. En buena medida, se la inventó, porque supo tirar del ejemplar para alargar las embestidas y obligar a que trascendiera, hasta que los oles llegaron por física convicción de la parroquia. El acero cayó atrás, pero cumplió con el cometido. Oreja sin discusión.
El resto tuvo otro tono. El primero de la tarde pasó de ser un manso de libro a un bravucón y Bolívar debió arreglárselas con recursos que da ese mismo poso. El otro de Garrido, no bajó la cara y menos la mirada. Además de saber mentir en un manojo de muletazos propuestos por el torero español para, enseguida, volver a su estado natural de sin fondo. Y los dos de López Simón tampoco marcaron alto en su comportamiento. Su primero anduvo entre pegado al piso y descompuesto. El otro, quinto, pintó ilusiones al comienzo, esas mismas que borró con el codo a la hora en que las papas queman, con el trapo rojo.
Ficha de la corrida
63 Feria taurina de Manizales
Primera corrida de abono
Seis toros de Dosgutiérrez, desiguales de presentación y comportamiento. Bravo el cuarto de la tarde, al que se premió con la vuelta al ruedo y enrazado el tercero. Los demás, sin trascender.,
496, 448, 468, 466, 488 y 452 kgrs
Luis Bolívar
Sangre de toro y oro
Silencio y dos orejas
Alberto López Simón
Turquesa y oro
Silencio tras dos avisos y silencio tras dos avisos
José Garrido
Nazareno y oro
Oreja y silencio
Detalles:
Más de tres cuartos de plaza. Tarde fresca
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Luis Bolívar tiene poso para torear y poso para disfrutar.
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