Se acerca la entrega de los premios Óscar para el 2017, y aunque Hollywood y la política estadounidense se han caracterizado por tener una larga relación de amores y odios, esta ceremonia probablemente estará más politizada que nunca. Las recientes declaraciones de una de las actrices más premiadas por la academia, Meryl Streep, durante la entrega de los Globos de Oro en contra de las políticas de Donald Trump recibieron una gran acogida de la industria. Así mismo, otras celebridades como Arnold Schwarzenegger, Jennifer Lawrence y Robert de Niro se han pronunciado en reiteradas ocasiones en contra del nuevo presidente de los Estados Unidos.
Mientras parece que Hollywood está alejándose de EE.UU. por diferencias políticas, se ve un acercamiento cada vez mayor hacia China. En los últimos años, la industria cinematográfica californiana se ha empezado a interesar en el mercado oriental por su inmenso potencial en términos económicos; y por este motivo no resulta sorprendente que para agradarle más a este mercado, una película taquillera como Transformers 4 se desarrolle parcialmente en Hong Kong; que en The Martian (Misión Rescate) la agencia espacial china juegue un papel protagónico en el rescate de los personajes principales, y que la actriz más famosa en China, Fan Bingbing, apareciera en la última entrega de la saga de X-Men.
Sin embargo, para poder entrar en China hay que cumplir con unas normas de censura muy estrictas establecidas por el gobierno comunista. Por este motivo, una de las últimas entregas de Hollywood, Dr. Strange, ha cambiado una parte esencial de la historia original de su personaje principal. En los comics, un monje tibetano hace parte fundamental de la filosofía e identidad del protagonista; sin embargo, en la película, este personaje es reemplazado por un druida celta. Se cree que este cambio se realizó para no incomodar al gobierno chino frente al delicado tema del Tíbet. En ese orden de ideas, en este momento, una producción aclamada por la crítica como Siete años en el Tíbet, que cuestionó abiertamente la invasión china al país del norte de los Himalayas a mediados del siglo pasado, resultaría ser un proyecto impensable.
Teniendo en cuenta lo anterior, resulta curioso y hasta hipócrita que mientras Hollywood ha decidido casi unánimemente manifestarse en contra de las políticas de Trump, nadie en la industria se haya pronunciado acerca de la censura y violaciones a los derechos humanos del gobierno chino. Esto demuestra que cuando hay grandes intereses económicos de por medio, la industria de cine estadounidense no tiene ningún inconveniente en autocensurarse.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015