En el mundo actual hemos llegado a desconocer a Dios Padre, nos quedamos sin Él; nos pasa como al hijo mayor de la parábola del Padre misericordioso: como siempre estaba en casa se acostumbró a que el Padre estaba allí y terminó desconociéndolo; por eso no se alegró por el regreso de su hermano menor. El hijo mayor también era hijo pero no supo gozar de su dignidad estando en la casa. Como ese hijo mayor, hoy nosotros somos presa de resentimientos y rencores, obramos con injusticia, hablamos mal de los otros,nos apegamos y endiosamos el dinero, actuamos como justicieros, en fin: puesto que dejamos de reconocer y pedir la presencia de Dios Padre en todas nuestras acciones, pensamos que sembramos lo mejor pero cosechamos malezas.
En la Palabra de hoy, Dios aparece como cultivador de una viña donde sembró la buena semilla, esperando que diera uvas, pero al final sólo encontró agrazones. La viña del Señor es la casa de Israel. El Señor esperaba de sus miembros el derecho y sólo encontró sangre derramada; esperaba justicia y recogió sólo lamentos.
Dios esperaba que las tinieblas acogieran la luz, pero estas tinieblas rechazaron la Luz. Los que sí acogieron al Hijo, fueron los paganos, aquellos que no le conocían, y la piedra rechazada por los constructores terminó siendo la piedra angular, la que sostiene todo el edificio.
Somos hijos por el Bautismo; allí se nos entregó el Espíritu Santo y por Él, el mismo Amor de Dios fue derramado en nuestros corazones (Rom 5,5). Pero corremos el riesgo de o lograr conocer ni ser conscientes del regalo que recibimos: la Fe; este gran tesoro que da sentido a toda nuestra existencia. Por ella se nos comunicó la vida eterna, la plenitud de la vida, a fin de que, en su momento, la muerte física, sea realmente nuestro tercer nacimiento. Esta Fe que se requiere en todas las relaciones y que, en nuestra relación con el Padre, nos asigna la capacidad de aceptarlo en nuestra vida para que ésta fructifique o… rechazarlo y encontrarnos al final como árboles de hoja perenne: sin fruto.
Cuando Dios Padre, venga a buscar el trigo de nuestro amor, ¿lo encontrará lleno porque creímos en Él y cultivamos en Fe? ¿O al abrir la vaina encontrará que está vacía? Necesitamos revisar lo que estamos haciendo: cómo estamos amando a los más cercanos, qué estamos haciendo con tantos talentos recibidos, qué provecho obtenemos diariamente del gran regalo recibido en el Bautismo. Que no nos suceda que Dios venga a buscar higos y encuentre la higuera seca. No esperemos más: hoy es el día de la Salvación. No nos dejemos arrebatar el Reino de Dios.
Director del Departamento de estado laical de la Conferencia Episcopal de Colombia
Isaías 5,1-7; Salmo 79; Filipenses 4,6-9; Mateo 21,33-43
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Necesitamos revisar lo que estamos haciendo: cómo estamos amando a los más cercanos
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