Pbro. Rubén Darío García Ramírez
La Palabra de hoy nos enfoca en el acontecimiento central de la vida cristiana: La Eucaristía. Necesitamos conocer su significado para nuestra existencia, comprender que es la oración perfecta, la vía única y absoluta para alcanzar el sentido de la vida y la felicidad.
En la primera lectura, varias imágenes nos ayudan a descubrir la profundidad del Sacramento: “Elías anduvo por el desierto una jornada de camino”. El profeta camina por el desierto. Pensemos en el término “desierto” y apliquémoslo a nuestra vida cotidiana. ¡Cuántas veces caminamos en desierto!: ¿soledad?, ¿sequía?, ¿aridez?, ¿nada produce?
Experimentamos momentos difíciles marcados por el cansancio, el sinsentido, la angustia de no descubrir soluciones ni caminos. Las fuerzas se acaban después de luchar buscando resultados pero los fracasos agotan la esperanza y apagan los deseos de seguir insistiendo. El profeta, cansado del camino, se sentó bajo un árbol, imploró la muerte diciendo: “ya es demasiado, Señor ¡Toma mi vida!” También nosotros le hemos dicho esto al Señor cuando las dificultades se suman, las penas agobian y los problemas parecen irresolubles.
El versículo siguiente es más interesante: “Pero un ángel lo tocó y dijo: “Levántate y come”. En latín la palabra ”Surge” (levántate) expresa un sentido similar a “Resurrexit” (resurrección): levantarse es resucitar. La imagen del dormir puede entenderse como “estar muerto”. Decimos, por ejemplo, estar “muertos de cansancio”... pero descansamos y nos levantamos de nuevo. Notemos la relación “muerte-resurrección”. Luego, la acción corresponde al verbo comer. El ángel por segunda vez le dijo: “Levántate y come” pues el camino que te queda es muy largo. “Elías se levantó, comió, bebió y con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios”.
La imagen de Elías caminando 40 días con sus noches hasta Horeb nos recuerda los 40 días del diluvio, los 40 años del pueblo de Israel en el desierto caminando hacia la Tierra Prometida, y a Jesús en el desierto durante 40 días y 40 noches... En aquel tiempo, el número 4 representaba al mundo material y los ceros a la derecha representaban el tiempo de la vida en la tierra con sus complicaciones y penurias… Antes de su Pasión, Jesús fue tentado en este desierto y posteriormente entregó el resto de su Vida para que nosotros tuviéramos la verdadera vida: “Tomad y comed todos de él…[el nuevo pan: su Cuerpo]… Tomad y bebed todos de él… [el nuevo cáliz: su Sangre].
Con la fuerza de este alimento, Su Cuerpo y Su Sangre, es que podremos unirnos con Él y caminar hasta Su segunda venida en la “Parusía”, es decir, el resto de nuestra vida, con todo y sus dificultades. Sin este alimento no podremos nada: “Yo soy el Pan de vida, bajado del cielo”, quien come de este Pan tendrá la Vida eterna”; “el Pan que yo daré será para la vida del mundo, porque Yo soy la resurrección y la vida, quien me come no morirá para siempre”. Jesús es el verdadero Pan para vivir y alcanzar la verdadera felicidad.
Para creer y vivir en esta revelación, dada sobre el nuevo monte del calvario, los bautizados necesitamos catequesis, formación doctrinal, hábitos de vida cristiana, congregarnos. Porque es absolutamente necesario conocer el significado de la Eucaristía como Sacrificio, Alimento y Acción de Gracias para que, en este mundo material podamos hacer el viaje que nos espera y logremos superar todas las situaciones de “desierto” que debemos enfrentar. Ánimo: “Levántate y Come”.
Director del Departamento de estado laical de la Conferencia Episcopal de Colombia
1 Reyes 19,4-8; Salmo 33; Efesios 4,30-32; 5,1-2; Juan 6,41-51
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