Pbro. Rubén Darío García Ramírez

La Iglesia hoy nos permite mirar de cerca la vida y el misterio de la Sagrada Familia de Jesús, José y María. Es la oportunidad para que nos detengamos a observar la manera de vivir de nuestras familias y, a la luz de la Palabra, entender la misión de la familia cristiana en medio del mundo.

En este cambio de época, podemos hablar también de un cambio en la concepción de la familia. Se ha dado paso de la familia nuclear, compuesta por papá, mamá y los hijos, a otros tipos de familia donde la madre es cabeza de hogar, o donde los hijos crecen con el acompañamiento sólo del padre. A la vez, los abuelos han ocupado un puesto importante en la vida de la familia, no sólo porque algunos viven dentro de la misma, sino también porque la formación de los hijos ha sido delegada a ellos. Deben tenerse en cuenta también las diferentes ideologías que han afectado la concepción familiar, el miedo creciente a tener hijos y el puesto preponderante que se le da al factor económico.

La infidelidad matrimonial sigue siendo causa muy frecuente de separaciones, lo que indica y cuestiona en la persona la capacidad de amar, porque la fidelidad es directamente proporcional al amor: quien ama es fiel.

Los hijos también son fruto del amor. Esta es una época de “anticoncepción”, la cual, hace pensar que los hijos son un “encarte” u obligación onerosa que es preciso evitar. Es por esto por lo que progresa la sustitución de los hijos por las mascotas. Tener éstas no implica por derecho propio suprimir la presencia de hijos, lo que cuestiona inmediatamente la capacidad de amar, de donarse, de entregarse sin reservas. Preferimos la aparente comodidad, el dañino confort que conduce a la soledad angustiante de la vejez.

La ausencia de procesos educativos adecuados para madurar la afectividad entendida como don, ha destruido la belleza de la sexualidad en su aspecto irreemplazable de la donación mutua, para convertirla en un objeto de uso ocasional, de placer momentáneo, de cualquier cosa que se desecha cuando ya ha cumplido el interés propio. La ideología de género está serpenteando los ambientes y haciendo entrar al mundo en una crisis de identidad sexual. Todo esto es reflejo de una mentalidad totalmente contraria a la felicidad original querida por Dios para el ser humano.

Esta Navidad es la oportunidad para mirar a la Sagrada Familia y ver en ella el modelo de una familia feliz. José y María en la vida cotidiana transcurrida en alabanza, trabajo y con Jesús en medio. Contemplar las virtudes de la Madre Santísima alienta y construye la vida de las madres en continua entrega y sacrificio salvífico; seguir la vida de San José, ilumina la vida de los padres y su responsabilidad en el acompañamiento de sus hijos y en su asidua formación; tener a Jesús en medio significa permitir que la vida sea la fuente de la vida cotidiana, la cual se nutre de la Eucaristía, es decir, del Pan bajado del cielo que nos da la vida eterna y la seguridad, frente a todo miedo, de que el Señor, el Emanuel, está siempre, todos los días, con nosotros.

Comencemos un nuevo año llenos de esperanza. La mentalidad sí puede ser nueva, nosotros los bautizados podemos dar testimonio de una nueva humanidad creyente, dispuesta a dar la vida para que el mundo viva. Darnos el abrazo de feliz año, significa también estar dispuestos a ser gestores de renovación en nuestras familias, llegando a ser fermento verdadero del Evangelio en el mundo paganizado de hoy. La Luz brilla en la tiniebla. Las estrellas sólo pueden verse brillar de noche.

Director del Departamento de estado laical de la Conferencia Episcopal de Colombia

Eclesiástico 3,2-6. 12-14; Salmo 127; Colosenses 3,12-21; Mateo 2,13-15.19-23