Cada día enfrentamos realidades que nos hacen preguntar por la presencia del mal en la historia. Constatamos una cultura de muerte que entra en todos los ambientes destruyendo las relaciones entre nosotros y generando un sinsentido de la vida que conduce al desprecio de sí mismos y, por consecuencia, al individualismo. El otro no nos interpela, pasa delante sin que le veamos porque nuestra preocupación está centrada en un “yoísmo” que nos hace caminar por la existencia buscando sólo lo que nos conviene sin disponibilidad de morir por el otro y dar la vida.
Podríamos comparar este comportamiento con el encierro del caracol o la tortuga, con un “espíritu inmundo” que esclaviza, aliena, encadena y domina la persona hasta desintegrarla. “In mundo”, esto es, “con el mundo dentro”. Esta expresión nos podría hacer pensar en “la mundanidad enlazando nuestro interior”; en consecuencia, emergen desde “dentro” los sentimientos de muerte: malas intenciones, deseos mezquinos, doblez de palabra, engaños, mentiras, palabras que hieren como flechas, acciones de hecho que asesinan.
La Palabra de Jesús tiene el poder de sacar desde dentro y destruir esta mundanidad. Es el “Evangelio”, la Buena noticia que debe ser escuchada para alcanzar la vida feliz. Jesucristo, vencedor de la muerte en la Cruz, ha roto las cadenas que nos tenían atados y ha despedazado el muro que nos separaba “el odio”. El engaño de la serpiente (Cfr. Gen 3) ha sido desvelado y a través de la misma muerte y la resurrección de Cristo, la mentira primordial: “Dios no te ama”, ha encontrado la Verdad suprema: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su único Hijo para que el mundo fuese salvado por Él”.
Cuando oramos el “Padre nuestro”, decimos: “No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal (del maligno)”. Esto puede realizarse si permitimos que la voz de Dios penetre todo nuestro ser. El Salmo resuena entonces como una trompeta en nuestro interior: “Si hoy escuchas las voz del Señor no endurezcas tu corazón”. Únicamente la “escucha” de la Palabra va liberando nuestra existencia de este mundo dentro de nosotros: “La fe viene de la predicación y la predicación por la Palabra de Dios” (Rom 10, 17). De la misma manera como la virgen María escuchó la voz del Arcángel y dio una total y libre respuesta: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”, cuando cada uno de nosotros escucha la Palabra de Dios, en nuestro interior se gesta Jesucristo y nuestra vida adquiere la capacidad de amar como Él.
Este Amor único sana nuestras relaciones y permite que nuestros ojos se abran y “vean” al otro como “don de Dios” para nuestra existencia. De allí, de este “reconocimiento”, viene la paz y la alegría, porque quien está a nuestro lado deja de ser un obstáculo, un estorbo, una amenaza, para transformarse en nuestro hermano o nuestra hermana, en nuestra compañía de camino, en nuestro apoyo y nuestra ayuda necesaria. Surge así la necesidad de la “comunidad”, es decir, un círculo de hombres y mujeres que llegan, por la escucha de la Palabra de Dios celebrada en la Eucaristía, a amarse más allá de los vínculos de sangre y a dar la vida sin reservas muriendo a sí mismo porque puede “levantar” (Resurrexit) la mirada y descubrir al “otro” en el camino de la vida.
Entonces este “espíritu inmundo” del “yoísmo” sellado por el “individualismo” viene destruido por la Palabra del Señor. ¡Es necesario escuchar! ¿Cuánto tiempo dedicamos a esta escucha de la Palabra? ¿Dónde tenemos esta oportunidad de escucharla? ¿Cuántas veces al día o a la semana tenemos un encuentro personal con esta Palabra escuchada y leída? Los invito a disponer nuestro ser a esta escucha, porque: “¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique?, y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien! (Rom 10,14-15)
Director del Departamento de estado laical de la Conferencia Episcopal de Colombia
Deuteronomio 18,15-20; Salmo 94; 1 Corintios 7,32-35; Marcos 1,21-28
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015