La sostenibilidad abarca las características del desarrollo que aseguran las necesidades del presente, sin comprometer las de generaciones futuras, garantizando equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar social. En ecología la sostenibilidad son los sistemas biológicos que se mantienen productivos en el tiempo, preservando la biodiversidad sin renunciar al progreso económico y social. 
Tres eventos, La Cumbre de la Tierra en Río 1992, La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (DS) en Johannesburgo 2002 y nombre abreviado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el DS en 2012, han dado forma a la manera en que se puede reducir la pobreza, fomentar la equidad social y garantizar la protección del medio ambiente en un planeta cada vez más poblado. Las conversaciones se centraron en dos temas principales: cómo construir una economía ecológica para lograr el DS y sacar a la gente de la pobreza, y cómo mejorar la coordinación internacional para el DS. (un.org).
Permanentemente en agricultura, y especialmente en café, nos están hablando de sostenibilidad, sustentada en códigos de conducta expedidos por transnacionales bajo los cuales se deben regir los productores que deseen estar amparados por sellos. Estos son la garantía, ante los consumidores, de que el producto que llega a sus manos está siendo producido bajo una normatividad que garantiza sostenibilidad ambiental, social y supuestamente económica. El instrumento, que en principio fue técnico, ya que ayuda al productor a organizarse y lo concientiza ambientalmente, se volvió una herramienta comercial con la cual las empresas acceden a mercados sofisticados que reconocen sobreprecios por estas certificaciones. La sostenibilidad que preconizan ha sido cuestionada (http://www.lapatria.com/columnas/189656/esta-funcionando-elfair-trade) por numerosos estudios de universidades reconocidas (Harvard, U California, Stanford, Berkeley) donde plantean que los costos de certificarse no los cubre el sobreprecio recibido en la venta, o que es imposible demostrar beneficios en productores de los programas. Para estas empresas confirmar que son sostenibles, tienen que montar protocolos que todo el mundo pueda cumplir, y lo más fácil, es crear una certificación; no les interesa salvar el mundo, les interesa seguir teniendo una proveeduría en una calidad determinada que el consumidor quiere pagar porque tiene un valor emocional en la decisión de compra. Los que menos se benefician de la sostenibilidad son productores quienes corren el mayor riesgo.
Los indicadores modernos de sostenibilidad están enmarcados dentro de un concepto que son los “sistemas regenerativos”, definidos como acciones frente al cambio climático, el descenso energético, la revolución verde y su impacto socio ambiental. Esto redefine los sistemas porque alinea las estrategias productivas con la narrativa de una nueva sustentabilidad para que genere dos cosas fundamentales en agricultura: prosperidad social y bienestar. Los criterios sociales examinan cómo una empresa gestiona las relaciones con sus empleados, proveedores, clientes y las comunidades donde opera. Hay que analizarlo con dos preceptos: cómo estamos cumpliendo con la economía circular, lo cual significa que en la cadena de suministro se eliminan al máximo los desperdicios, y prosperidad para todos sin comprometer los sistemas que soportan la vida en nuestro planeta.
Lo anterior implica que las organizaciones modernas, para estar encuadrados dentro de las nuevas perspectivas del DS, deben reportar en ESG (Enviromental Social Governance), indicadores bajo los cuales reportan hoy las empresas más importantes del mundo y son un conjunto de estándares que los inversionistas con conciencia social utilizan para detectar posibles inversiones. 
La palabra sostenibilidad se volvió un comodín, que significa todo y no significa nada, hay que darle un contenido real, porque hasta ahora lo único que hemos logrado es sostenibilidad de la pobreza. El segundo mejor momento para actuar es ya, el mejor ya pasó.