Los cafés especiales han adquirido mucha importancia como fuente de negocios, crecen en consumo por encima del promedio mundial y su negociación se hace por fuera de la bolsa de Nueva York. En nuestro medio predomina la comercialización de "commodity" con cooperativas y privados a precios de café de grado comercial (tipo Federación), que aunque tiene la valiosa garantía de compra, no valora el producto por sus perfiles de taza. En la cúspide de calidad, ligado a sus atributos sensoriales, están los cafés regionales y de finca (http://www.lapatria.com/columnas/189656/la-piramide-de-los-especiales), en ellos hay un espacio de trabajo inexplotado al cual podrían acceder muchos productores, si los proveemos de las herramientas necesarias, productivas, tecnológicas, de procesamiento y comerciales, que les cambie las perspectivas de su actividad. En varias publicaciones anteriores en esta columna, he planteado la problemática y propuesto líneas de trabajo para generar y capturar valor, en una propuesta donde la iniciativa y los beneficios sean para el productor, bajo un marco de alta calidad y trazabilidad.
La asociatividad es fundamental para generar condiciones que mejoren el nivel de vida de la población rural proporcionando posibilidades de organización, mejoramiento de la productividad, disminución de costos, economías de escala, acceso a mercados directos y capacidad de negociación. La organización de colectivos permite planificar modelos de negocios, desde la asistencia técnica, acompañamiento en actividades de transformación generadoras de valor, más una estructura comercial al servicio del modelo que proporcione mejoramiento, no solo del ingreso, sino que provea bienestar y servicios a los asociados. 
Los compradores de especiales, con los cuales tenemos contacto permanente, insisten frecuentemente, en su interés por comprar café de comunidades pequeñas estando dispuestos a reconocer sobreprecios adicionales por libra para proyectos de beneficio común. Por otro lado, todas las posibilidades de acceder a recursos nacionales o internacionales para financiar programas, actividades o desarrollos comunitarios, tienen como requisito la constitución de agremiaciones por medio de las cuales se pueden canalizar recursos reembolsables o no reembolsables.
Existen una serie de problemas que dificultan la generación de ingresos para productores rurales en general. Los pequeños tienen poca capacidad de hacer inversiones de mediano y largo plazo para aumentar la productividad, restricciones en el manejo del riesgo asociado a la producción, carencia de infraestructura para almacenamiento y transformación, sumado a la imposibilidad de entrar a mercados de alto valor por su poco poder de negociación. El bajo nivel de escolaridad, la baja tecnificación y la nula integración vertical, hacen imposible generar y capturar valor, si no construimos una sombrilla bajo la cual se amparen los productores de manera individual, pero con objetivos de desarrollo y comercialización colectivos. 
La comercialización justa del café especial requiere que los productores no perdamos el control del negocio en la cadena de valor. Desde la alianza de productores de cafés especiales hemos realizado por dos años un ejercicio productivo y comercial en el cual el productor es el protagonista, y con un instrumento comercial puede tener la información de quién compró su café y cuánto pagó por él; así mismo en una estructura transparente de doble vía, el comprador sabe cuánto de lo que pagó está llegando al productor. 
Nuestra propuesta es que este modelo micro, que hemos demostrado que funciona, pueda ser replicado a mayor escala, bajo el amparo de una agremiación especializada, para estructurar un modelo productivo y comercial para café de alta calidad, en colaboración con nuestros gobiernos y nuestra institucionalidad. Llevar a Caldas al mapa de los cafés de especialidad en el mundo, debe ser iniciativa de productores, dejando de pensar en que la Federación o el gobierno debe hacer todo por nosotros.