La primera revista Semana de este año presenta como tema central sus pronósticos de lo que será el desarrollo de los principales asuntos de la vida nacional e internacional en este 2019. Son análisis serios con base en la revisión de las variables más importantes que inciden en cada tema tratado.

En lo doméstico Semana revisa la posición del presidente Duque, sosteniendo que mejorará su imagen ante la opinión, saliendo del hueco en que se encuentra con una favorabilidad del 27% y pudiendo llegar al 40%, sin embargo continuará con las mismas dificultades del inicio de su gobierno, percibiéndosele como un mandatario sin mayores definiciones. Del expresidente Uribe augura que su proceso penal languidecerá en la Corte Suprema debido básicamente a cambios en este tribunal y a los tiempos judiciales que harán muy difícil un resultado este año. La revista también expone el futuro del caso Odebrecht, donde no pasará mayor cosa; de Luis Fernando Andrade, quien no volvería a Colombia; de Andrés Felipe Arias, que no sería extraditado a nuestro país este año; de Jesús Santrich, que no sería extraditado a los Estados Unidos, de Iván Márquez que no volverá a la vida civil y regresará al monte, y de las negociaciones del gobierno con el Eln, que no tendrán avance alguno. Por su parte Claudia López sería la próxima alcaldesa de Bogotá. En cuanto a los cultivos ilegales no se prevé progreso en su reducción. En economía habrá repunte en el crecimiento económico a un nivel aproximado del 3,26 %, la reforma tributaria se sostendrá a pesar de las demandas que deberá afrontar, la inflación crecerá, debido a variables externas e internas, pero estará controlada, el petróleo por su parte retomará la senda de los buenos precios con el barril alrededor de los 70 dólares. En el plano internacional Semana no ve posible la salida del presidente Trump de su cargo a causa de un juicio de destitución en el congreso norteamericano ni la caída de Maduro en Venezuela, pues este continuará con el respaldo de los militares. Las predicciones llegaron hasta los deportes, vaticinando una buena presentación de la selección de fútbol nacional en la Copa América y un buen desempeño de Nairo Quintana en el Tour de Francia.

Estos son temas más que importantes de la agenda nacional. Pero hay un pero, y es enorme. Una omisión que refleja el descuido permanente del asunto más importante hoy para el país y sin duda para el mundo: la salud del planeta, de la naturaleza, del agua, de los mares y ríos, de los bosques, las selvas, los animales, las plantas, la tierra.

La misma Semana publicó recientemente un impresionante informe sobre la deforestación en el país, presentando la situación de seis valiosos ecosistemas de la nación - Chiribiquete, Boyacá, Caquetá, Guaviare, Tumaco y la Sierra Nevada. Según el informe, en las seis regiones: “la tala indiscriminada transforma el paisaje cada minuto y arrasa con la biodiversidad”. De 9 millones de hectáreas de bosque seco tropical que tenía Colombia, solo quedan 700.000. Los delitos forestales son la tercera renta criminal más grande del mundo, después del narcotráfico y la falsificación de productos y monedas, y en el país su incidencia es altísima. El narcotráfico es letal para el medioambiente y su combate con glifosato agrava el daño causado. En los últimos 13 años se han arrasado 300.000 hectáreas a causa de la coca. El 70 % de la madera que consumimos en el país proviene de talas ilegales. Por ejemplo en el Caquetá, una vez terminada la guerra con las Farc, llegaron delincuentes ofreciendo 100.000 pesos por cada árbol de ejemplares que habían demorado más de 100 años en crecer. Y de la minería ilegal ni hablar, es como ácido corrosivo con la tierra.

Entonces, uno se pregunta ¿qué es lo que vemos si no somos capaces de evidenciar lo principal, aquello de lo que depende la vida? Hay una enajenación general que está acabando con lo que en este momento es lo más importante: la tierra sobre la que caminamos, el aire que respiramos, el agua que bebemos, el alimento que comemos.

En medio de todo una buena noticia: en la India se prohibió la tenencia en jaulas y el comercio de aves ornamentales, acabando con una larga tradición de encierro y mutilación.