“La aprobación de la vida, acontece cuando el hombre abre la puerta que posibilita el erotismo, pues este entra en el pasaje de lo desconocido en el que los participantes se la juegan todo. Construyendo, por un instante, un espacio soberano donde el azaroso juego de mantenerse en la obra de la muerte que rompe a cada momento el ser cerrado, significa poner a prueba toda voluntad o fuerza de querer siempre más”.
Por mi parte, no entiendo lo que dice el párrafo anterior. No sé si usted logre hacerlo. Esta cita, sacada de un escrito sobre guerra y paz en Colombia, no es una excepción en la escritura de las ciencias sociales, en los llamados textos académicos. Cada vez es más común encontrarse con documentos de este tipo. Lo mismo sucede con los diálogos que se dan en los espacios universitarios. Pero lo más preocupante es que esta manera de hablar y escribir ha ido penetrando otras esferas de la vida social, especialmente una muy importante: la comunicación entre el Estado y los ciudadanos.
Hay un terreno en particular, el de las decisiones judiciales, en donde se ha vuelto costumbre que los mensajes sean muy difíciles para el ciudadano común y corriente, último destinatario del trabajo de la justicia. No se entiende lo que los jueces dicen. Incluso la Corte Constitucional, institución que aceptamos y respetamos como la última y suprema instancia de interpretación de las normas que rigen nuestra república, con mucha frecuencia emite sus sentencias en un lenguaje lejano y poco comprensible para la gran mayoría, aun para los abogados que no estén metidos en el día a día de la disciplina constitucional.
Hablar y escribir de manera compleja y abstracta se ha vuelto costumbre, pues de alguna manera hacerlo así otorga una autoridad irrefutable, de unos que detentan la verdad y la expresan de esa forma rara. Lo curioso es que casi nadie entiende esa supuesta verdad y tampoco casi nadie se atreve a cuestionarla o a denunciar el inmenso mal social que está causando la construcción y consolidación de un lenguaje, de un idioma paralelo solo para iniciados.
La otra cara de la moneda es que un lenguaje sencillo, claro y entendible para todo el mundo, es menospreciado por los respetados académicos. Las universidades son el centro de enseñanza de estos otros idiomas, y se vuelve obligación para los estudiantes escribir y hablar estas obtusas lenguas, así no entiendan nada. Hace poco leí un trabajo de un estudiante de ciencia política, en el que obtuvo muy buena nota y esto era el orgullo de su mamá. Era la cosa más enredada y confusa que se pudiera leer.
Se está creando un mundo aparte, aislado, como en una burbuja, al que pertenecen aquellos formados en una buena cantidad de disciplinas profesionales. La distancia de estos con los ciudadanos comunes y corrientes está adquiriendo dimensiones siderales. Lo peor del caso es que la permanente afirmación de que la educación es la clave para el progreso de la sociedad, no cuestiona el tipo de educación que se imparte y, valga decirlo, el tipo de progreso que se busca.
En el caso particular de la justicia, el escribir y hablar de esa manera críptica y complicada, contribuye de manera dramática a que este servicio público sea cada vez más lejano del ciudadano, en tiempos en que se pregona la necesidad urgente de acceder a una justicia pronta y eficiente.
Los profesionales de las ciencias sociales y las universidades estamos en la obligación de construir una comunicación entendible, fácil para todo el mundo, y no por ello carente de precisión o ramplona.
Recuerdo a mi muy buen profesor de Obligaciones, el doctor Ómar Franco, quien siempre insistía a los alumnos en que tenían el deber de expresar las normas del derecho civil de forma tal que cualquier persona las entendiera y decía cosas como “haga de cuenta que le está explicando a su tía”.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015