Este domingo 19 de noviembre empieza en la práctica la campaña presidencial en Colombia. Hasta ahora todo ha sido calentamiento. El Partido Liberal escogerá en 4 días su candidato. Hay solo dos aspirantes a esta postulación: Humberto de la Calle y Juan Fernando Cristo. Esta consulta estará lejos de parecerse a la de 1990 que escogió a César Gaviria, en la cual participaron 5’397.000 ciudadanos y Gaviria alcanzó 2’797.000 votos, sacándole una amplia ventaja al candidato del viejo establecimiento liberal, Hernando Durán, quien obtuvo 1’204.000 votos. Eran tiempos de efervescencia, se quería salvar a toda costa la ilusión que había despertado Luis Carlos Galán. En 1994 la votación total de la consulta se redujo a 2’200.000 sufragios, para ir perdiendo importancia y relevancia con el tiempo y en 2014 no contar con candidato propio.
Hoy nos encontramos ante una paradoja: la consulta Liberal de este próximo domingo es casi que invisible, no son muchos los que le prestan atención, pero al mismo tiempo es de una importancia capital. Con seguridad su votación será menguada y no se sentirá que se está en jornada electoral. Hay que tener en cuenta el cambio profundo que se dio en las últimas dos décadas en el mapa partidista nacional, que ha relativizado y disminuido el protagonismo que antes tenían los partidos Conservador y Liberal. La consulta no definirá uno de los dos contendientes, apenas a uno entre muchos.
Sin embargo, la gran importancia de la consulta radica en que en ella participará Humberto de la Calle, quien encarna mejor que nadie la voluntad de construir una sociedad sin violencia política y que quiere transitar el delicado período de postconflicto hasta llegar al puerto seguro de una nación civilizada. De la Calle condujo de manera admirable una muy larga y difícil negociación con las Farc, que llevó finalmente a la desaparición de esta organización guerrillera, al desarme y al paso a la vida civil de aproximadamente 8.000 combatientes, y la entrega de su armamento. Para llegar a este resultado se debieron sortear demasiadas dificultades, de extrema gravedad, y llegar a acuerdos impensados hace unos años. Y cuando se logró el acuerdo final de La Habana, surgió el reto de modificar lo pactado, introduciendo sustanciales cambios hasta llegar al Acuerdo del Teatro Colón. En una conjunción extraordinaria de sapiencia, conocimiento, experiencia y arduo trabajo, De la Calle fue el gran conductor de un proyecto que sin duda marcará un hito en la vida de Colombia. Y sin duda, para bien.
Este cambio profundo en nuestra vida política e institucional ha tenido muchos enemigos, algunos han procedido de buena fe y otros de mala fe. Tanta resistencia ha impedido que lo logrado llegue a tierra firme y hace que corra enormes riesgos. “Hacer trizas los acuerdos de paz” es todavía consigna de varios líderes políticos.
Humberto de la Calle tiene las cualidades requeridas para guiar al país en el tránsito a una sociedad más civilizada y pacífica. Al haber sido el conductor de las negociaciones de paz con las Farc, es el más capacitado para orientar la implementación de los acuerdos, exigiendo el cumplimiento de lo pactado a los excomandantes guerrilleros, incluyendo las sanciones penales que deberán cumplir quienes sean sancionados por la Jurisdicción Especial para la Paz.
Querer volver marcha atrás, al estado de cosas previas al acuerdo, o no cumplir lo pactado, sería como derogar la Constitución de 1991 para revivir la de 1886. A pesar de todos los desajustes institucionales que afrontamos en la actualidad y que se requieren reformas constitucionales, sin duda los cambios positivos del país en los últimos 25 años tienen en la carta del 91 uno de sus pilares. Lo que viene requerirá un pulso fino y firme a la vez y De la Calle lo tiene. Él es el líder indicado para las tareas que tenemos como nación.
En esta apuesta por tener un país sin violencia, de una vez por todas, vale la pena votar por De la Calle en la consulta del partido Liberal este domingo 19 de noviembre. Todos los ciudadanos pueden votar, es una consulta abierta.
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