El pasado 17 de junio estalló una mortífera bomba en el centro comercial Andino de Bogotá. Murieron tres mujeres y otras personas quedaron heridas. No cabe duda de que los autores de este crimen son personas con la mente perturbada y llena de odio. ¿Quiénes fueron? responder esta pregunta y someter a los responsables a la ley penal es responsabilidad de la justicia. Eso sí, sin chivos expiatorios. No podemos seguir repitiendo historias como la de Alberto Jubiz Hazbun, a quien apresuradamente capturaron luego del homicidio de Luis Carlos Galán y pasó tres años en la cárcel, siendo totalmente inocente, un buen ciudadano. La Fiscalía ha orientado su investigación hacia un naciente grupo que se ha adjudicado recientes acciones terroristas en Bogotá; ya se han realizado varias capturas de personas que podrían ser responsables de la bomba del Andino. Hay que decirlo una y otra vez, la Fiscalía tendrá que proceder con mucha responsabilidad, pues la ligereza en estos casos puede destruir vidas de personas inocentes. Ojalá esta investigación sea sólida.
De cualquier lado que hubiera venido la bomba del Andino, es muy importante ver que allí hay una provocación, una intención de hacer ruido y malograr los resultados tangibles, reales, que el proceso de paz está trayendo. Una intención de daño que partiendo del terrorismo tiene eco en medios de comunicación, periodistas y miles de personas que replican en las redes sociales afirmaciones temerarias lanzadas al aire. Se va generando un ambiente perverso que hace mucho más difícil el tránsito de la guerra a la paz.
El mejor ejemplo de ese ruido dañino que se está produciendo permanentemente es que estando todavía humeante el Andino, ya se decía que el atentado terrorista tenía el sello de las Farc, como lo escribió el irresponsable periodista Ricardo Puentes Melo, vocero de la extrema derecha, que ve al diablo en todas partes. ¿Qué sentido tendría para las Farc un acto de esta magnitud cuando ya salieron de la guerra contra el Estado? Pero lo más temerario fue enfilar todas las baterías contra la joven francesa que pereció al estallar la bomba, justamente porque estaba en el baño. Para Puentes Melo, Julie Huynh era la principal sospechosa por el hecho de estar allí, haber trabajado para una ONG que hace labor social en barrios muy pobres de Bogotá y por viajar, principalmente por haber ido a Cuba. Parece que todavía hay quienes creen que solo se visita la isla si se es comunista irredento con intenciones terroristas. Argumenta Puentes que Julie viajó a Cuba una semana, lo que implica tres días viajando y solo quedarían cinco para descansar, lo que no concuerda con la intención de la joven de “recargar baterías”. Resulta que el vuelo a La Habana dura 3 horas si es directo, y si es por Panamá en un poco más de medio día se llega al destino. Y sí, con cinco días de buen son cubano, algo de ron y caminar desprevenidamente por La Habana es suficiente para tener un buen descanso. Tiene que haber mucha paranoia y mezquindad para sacar conclusiones tan ligeras. Lo más grave, es que tantas personas con buena educación sigan publicaciones tan mediocres y tendenciosas como la que figura en el portal de internet pretenciosamente llamado “Periodistas sin fronteras” y que especula sobre el acto terrorista del Andino.
La otra cara de la moneda de todo esto es la finalización de la entrega de armas individuales de todos los guerrilleros de las Farc. Más de siete mil. El acto de desarme en Mesetas (Meta) fue histórico. Tal vez solo lo veremos en su real dimensión en un buen tiempo, cuando el ruido cese.
¿Y las caletas? Toda la información sobre su ubicación está en manos de la ONU. La extracción de materiales explosivos y de armas será dispendiosa y no se dará de un día para otro. Y claro que tiene sus riesgos, al igual que todos los procesos de este tipo alrededor del mundo. Pero ya es hora de dejar de ser tan mal pensados.
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