Fui invitado a hablar sobre bahareque la semana pasada al IV Festival del Patrimonio Pijaense, evento que organiza la Fundación San José de Colón de Pijao. Tuve la suerte de que Gonzalo Duque igualmente había sido convocado, no sabía que Gonzalo Duque tuvo que ver muchísimo con la reconstrucción de esta población después del temblor de 1999. Me contó como él, a nombre de la Universidad Nacional, influyó para que la reconstrucción de Pijao se hiciera empleando esta técnica histórica. Era mi primera visita a Pijao y por boca del maestro Duque me enteré de muchos detalles que me ayudaron para formarme una idea más despejada de este original pueblo.
El evento fue muy bien organizado, y por ende visitado. Con gran celo los organizadores Giovanni Sarria y Lizeth Toro enarbolaron la bandera de la defensa del patrimonio arquitectónico, motivando a gente joven a interiorizar estos valores culturales. Un público atento asistió a las conferencias que se destacaron por no haber sido dictadas por sabios traídos de Bogotá o del exterior para hablarnos de lo nuestro. Fuera de Gonzalo Duque dictaron conferencias las hermanas Ligia Inés y Martha Sofía Vélez Ceballos haciendo de este encuentro un nutrido diálogo entre los defensores del bahareque. Admiro la entrega de los dos organizadores, pues entendieron que un centro de historia como el que manejan no se puede limitar a reuniones y publicar de cuando en vez un boletín, sino que en la actividad alrededor del patrimonio hay una importante labor histórica por adelantar. No se necesitan sabios y estudiosos para sostener una asociación de este tipo, sino gente apasionada con el tema patrimonial, para hacer la diferencia.
Ocupa Pijao, fundada en el año 1903 como San José de Colón y promovida a municipio en 1926, un puesto importantísimo en el desarrollo de nuestra cultura del bahareque. Al ser uno de los últimos estertores del movimiento colonizador gestado en Antioquia a partir del año 1800, muchos elementos se mantuvieron vigentes, los mismos que en otras latitudes se quemaron como el caso de Manizales y sus incendios y en Pereira fueron derruidos para hacerle espacio a edificios de muchos pisos en cemento. En Pijao durante el siglo XX se urbanizó recurriendo al bahareque, así que éste siguió evolucionando adaptándose a las ideas y las exigencias económicas de la gente, fuera de enfrentarse a los nuevos materiales de construcción.
Hay en Pijao bahareque empañetado con granito, material que se usó en Manizales en los años 50 durante el estilo naval como el Palacio de Bellas Artes. Goza la gente del Quindío aplicando colores a sus viviendas y creo que se exceden ya que pretenden imitar las carrocerías de las famosas chivas. A estos vehículos, que tienen varias caras o sea no son una fachada y mantienen en movimiento, esa policromía les luce, pero una afincada casa se ve saturada con esa curiosa libertad y excede la ergonomía del ojo. Creo que tres colores son suficientes para resaltar una construcción que históricamente hablando se construyó antes de que la pintura en aceite llegase al país después de la Primera Guerra Mundial. Los colores y el bahareque son un matrimonio no tan viejo y refleja que este estilo arquitectónico evoluciona y se adapta a los tiempos.
Ostenta Pijao una fuerte y definida personalidad basada en su arquitectura que asociaciones como la Fundación San José de Colón defienden y promueven pretendiendo traspasar ese legado a las futuras generaciones en un excelente estado. Si cada municipio de los que suman el Paisaje Cultural de la Federación de Cafeteros tuviera activistas de este peso, esa declaratoria sería una verdad dinámica.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015