Si se observa con atención las pinturas del paleolítico plasmadas en las paredes de las cuevas como la de Altamira en España se nota que esos artistas pintaron con gran conocimiento a los animales que cazaban asombrando con su destreza al sintetizar en pocos trazos el carácter de esos animales. Detalles menores son captados y sumados a unos cuadros bellos e imponentes.
El ser humano igualmente se dibujaba, pero contrasta la ejecución ya que solo aparece en unas pocas rayas sin volumen, ni personalidad. Los brazos y piernas con apenas líneas igual que la cabeza, todo gira en ese arte alrededor del nutricio animal.
Ulises Giraldo, pintor local formado en Bellas Artes, o sea la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad de Caldas, retomó ese punto de partida del arte universal y recapituló el manejo de esas escuetas líneas humanas.
Sobre un papel él deja caer gotas de tinta que luego esparce con un garabato logrando una interesante continuidad a esos insignificantes seres humanos del paleolítico. Claro, a Ulises, 25.000 años después, no lo inquietan bisontes y renos, él centra su atención en el hombre.
El arte moderno ha pasado por varias abstracciones, la figura real fue declarada obsoleta y se exploraron nuevas formas por medio de expresionismos, impresionismos y cubismos. La imaginación estaba lista para buscar algo más allá de la forma real, había una inquietud profunda de ubicar y captar la nueva esencia del ser humano. Picasso, uno de los grandes promotores de las nuevas rutas sumergió sus lienzos en el cubismo innovando por completo la posibilidad expresiva del que hacer de las artes plásticas mas no tuvo empacho y estudió el arte africano dejándose inspirar de la bella capacidad de síntesis de los artistas primitivos.
La pintura tan importante para el ser humano se basa en la abstracción y la síntesis. El ojo ve y la mente organiza desencadenando una transformación. A la mente la asiste el alma y como en las matemáticas el orden, hoy en día, no altera los resultados. Así que el ojo puede dejar de ver y el alma asumir la organización. Todas las posibles variantes fueron exploradas durante el siglo XX y triunfaron aquellos artistas que no los devoró el afán de la abstracción por la abstracción y lograron una síntesis. Es grande aquel artista que logra captar el arquetipo, la esencia que por lógica es ancestral. Se trata de sabiduría y de intuición y por que no hablar de predestinación. De captar lo que siempre será. En las sociedades primitivas regidas por un equilibrio que se ha perdido desde hace muchos siglos el artista y el sumo sacerdote eran una misma persona.
Ulises Giraldo, artista puro y versátil, tiene la capacidad de sintetizar, de captar lo esencial y plasmarlo en papel, en fotografía o el material que se encuentre, literalmente. Con sobresaliente sensibilidad y mirada atenta filtra la vida por variados lenguajes que constantemente evolucionan. Cada obra de este hombre es un peldaño hacia una mayor madurez. 
El artista en nuestro medio sufre el cruel embate de una sociedad pobre que se jacta de ser de consumo, desechando lo valioso para remplazarlo por cualquier cosa siempre y cuando aparezca el logo de una marca. Ulises Giraldo sufre no ser acompañado en sus continuas exploraciones por esta sociedad incapaz, pero su amable persistencia se nutre de ser consciente de que lo está haciendo bien. La misma conciencia de su quehacer artístico lo retroalimenta proveyéndolo de la satisfacción que se requiere para ser feliz.
Ulises Giraldo maneja un lenguaje universal por medio de los arquetipos que necios críticos y soberbios colegas descalifican porque él no les rinde pleitesía a las intrincadas tendencias extranjeras. Modas, políticas y manifiestos exaltados no mueven a este artista, él sabe que la fuerza radica en el centro y no en la subjetividad excesiva.