Con el sugestivo nombre Al filo de la montaña: historia de la Cuchilla del Salado se publicó el mes pasado en los talleres de Fusión, de propiedad de Jorge Enrique Escobar, este interesante libro de 200 páginas. En el taller de Jorge Enrique se imprimen los libros más importantes de la ciudad, su larga experiencia ha hecho de este buen hombre un experto en hacer libros bellos y sólidos.
Su autor, Jhonathan Orozco Tamayo, de profesión abogado, es pionero en el tema de la historia de las veredas del Municipio de Manizales. Sufren estas partes de la ciudad cierto descuido del gremio de los historiadores, que siguiendo el esquema centralista aplican su interés en la historia de la gran urbe desconociendo que la periferia existe y aporta.
Para la historia de la fundación de Manizales propiamente, parajes como La Enea, Morrogacho, La Linda o Sierramorena, por nombrar algunos, jugaron un papel importante sumando una dinámica fundacional característica. Hay una costumbre muy española que trata de establecer en la fundación de nuestras poblaciones el prohombre, el fundador. Para la administración española esto era importante, porque se derivaban de este hecho jurídico unas implicaciones políticas y económicas, pero en la república esto no debería tener valor, pues efectivamente los pueblos los “puebla” la gente, así que es mucho más importante hablar de la actitud poblacional, o sea quiénes, por qué y cómo se pobló, que averiguar quién firmó el acta.
El autor Orozco hace un recuento un poco largo acerca de la fundación de Manizales, para exponer el caso de su vereda revisando solo parte de una extensa bibliografía, incurriendo en errores conceptuales y ciertos vacíos. Igualmente sufre la historia precolombina en manos de este novel autor, porque en el caso de los pobladores indígenas, a estos los describe de mano de un autor español de los años 20 del siglo pasado. Contrasta este desacierto ya que como abogado tiene buen ojo para los conflictos agrarios, que describe y analiza con pasmosa claridad. 
Sobresale este trabajo con los aportes investigativos que realizó su autor en archivos de otras ciudades. Con esto, Orozco Tamayo, enriquece la historiografía local ya que aporta documentos desconocidos que ayudan a entender la dinámica comercial de las tierras en las últimas décadas del siglo XIX en nuestra región. Se ve que el fuerte de este autor es la investigación de documentos y no el manejo descriptivo de la historia esparcida en muchos libros.
Incurre Orozco en un desliz cuando trata de hacer sociología describiendo la cotidianidad de los pobladores de la Cuchilla del Salado, porque no pasa de elaborar un capitulo folclórico carente de una mejor descripción de los hechos y por ende una nueva interpretación.
Es Jhonathan Orozco uno de los convencidos del Paisaje Cultural Cafetero, que a los investigadores avezados nos causa desconsuelo por sus crasas contradicciones, y le dedica varias páginas. Orozco describe con inteligencia el bahareque como técnica constructiva típica de ese momento histórico y cultural que fue la Colonización Antioqueña.
Se nota al leer este libro la pasión que siente este hombre por su terruño ya que moviliza toda su curiosidad y hace una lograda descripción de los aspectos históricos más importantes de esa parte de Manizales.
Otro punto que causa admiración es la madurez con que concibe este joven autor su libro. En ningún momento trata de rivalizar ponderando aspectos del pasado, poniendo en falsa duda la supremacía de la capital del Municipio. Con claridad destaca los aspectos históricos en función de la vereda y no de ensalzar hechos y proyectar hechos que nunca se dieron, como se nota en otros autores, los cuales asumen enfoques que no corresponden.
Este libro es un buen ejemplo de la pequeña historia hecha realidad, escrita para que los habitantes de La Cuchilla del Salado se impregnen de su historia y su pasado y terminen de elaborar su identidad, y no para rivalizar con la academia. En todo sentido este libro es un libro útil con una importante proyección.