Cada temporada electoral tiene sus características y esta del 2018 confronta a los electores con que Caldas tiene relativamente pocos aspirantes al Senado propios. Los jefes de los partidos, al parecer, no dejaron surgir la generación de relevo desposeyendo a la región de ese tipo de mandato. Aquí queda demostrado que los partidos son unos feudos de uso y abuso personales dentro de los cuales el jefe rige como déspota poco ilustrado, causando trashumancia de líderes. Uno de ellos es el médico Jorge Luis Ramírez que del Partido Conservador le correspondió pasarse al Centro Democrático para continuar su carrera política. El candidato a la Cámara de Representantes, el médico Ramírez, es un hombre práctico que asumió este cambio con naturalidad ajustándose a las nuevas circunstancias con inteligencia, actitud que dista de ser oportunista.
Dentro del panorama político caldense Jorge Luis Ramírez siempre me llamó la atención, tanto que no me parecía de acá. Es un hombre que no lo rigen pasiones y menos los sueños, sabe ser enfático pero no es un hombre vehemente o exaltado. Juiciosamente se enfrenta a los libros y documentos para emitir conceptos claros y fundamentados que además nutre con vivencias personales. Es un hombre metódico que como médico diagnostica la enfermedad y concibe la cura que con celo aplica. Lo atrae el poder, ese poder que muy bien lo describe el novelista inglés Sommerset Maugham comparándolo con el recorrido que puede hacer un hombre sobre el filo de una navaja, pero este poder lo quiere el médico Jorge Luis para intervenir a la sociedad, no para crecer económicamente o favorecerse personalmente. Lucha Jorge Luis por un buen número de ideales y no le corresponde improvisar para justificar sus intervenciones o actuaciones. Me consta que es un buen médico, fuera de un enamorado de su profesión. Le pregunté en una oportunidad por qué no ejercía la medicina, apartándose de la desprestigiada actividad política y me contestó que siendo de La Merced, un municipio relativamente joven que luchó demasiado para convertirse en realidad, continuaba sintiendo el afán de defender las aspiraciones de causas nobles que ponían en entredicho a grandes adversarios.
Me decido a acompañar a Jorge Luis en estas elecciones porque sé que es consiente del reto que enfrenta el país. Yo, como muchos colombianos, estamos aterrados con el Proceso de Paz, no que se haga, sino nos incomoda como se viene haciendo. Creo que el próximo presidente será de derecha y habrá una revisión de este proceso. Para mí el Proceso de Paz podría haber tenido el alcance, o sea la posibilidad de perfeccionar el país, como solo lo logra la promulgación de una Constitución. Era la oportunidad de hacer un país más justo, pero la soberbia y miopía de ambas partes frustraron esa esperanza. Fue una hermosa oportunidad que la guerrilla y los negociadores de Gobierno no fueron capaces de concretar. El reto que sigue es revisar el proceso, no dejar que la guerrilla se desanime y que el país termine de animarse con una paz honrosa y práctica. Para este reto se necesita gente ponderada, fuerte en ideas y fundamentada en ideales patrióticos y democráticos. Jorge Luis me comentó que había votado por el sí en el Plebiscito, convencido de darle la oportunidad al país para avanzar, más el desenlace actual del Proceso lo hicieron, como a muchos colombianos, dudar de ese camino. Es importante acompañar a figuras como el médico Jorge Luis Ramírez porque somos los electores los que tenemos que aportar para que surjan nuevas figuras en la palestra política local, figuras que no solo irradien confianza sino tengan la capacidad mental y humana para hacer bien esa tarea que por el voto les encomendamos. Votar por el médico Jorge Luis Ramírez es deshacernos de tanto candidato mediocre que amenazan con embotar nuestra endeble democracia y conducir al país por una ruta incierta.
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