A través de este corto periodo de trabajar con el presidente del Concejo de Manizales, Hernán Alberto Bedoya, en su innovadora iniciativa Concejo Visible/ Cultura Visible, entré de nuevo en contacto con los “pintores” de Manizales. Por años, para mí, el trabajo de Cosme Jaramillo y el de Jorge Ortiz me causaban, me causan, admiración, actitud que me hizo destacar el quehacer pictórico de la ciudad.
Había quedado al margen de un mundo potente y luchador. En son de chanza decía que gracias a Dios lo mío era vender libros que tenían un valor unitario de $50.000.-máximo-, que cómo hacían los pintores cuyos cuadros valían millones, pero la verdad es otra. El pulso de nuestra sociedad se puede tomar con el arte, comprendiendo que hay un eslabón que une nuestro pasado con un futuro. No somos potencia en el arte, pero mucho del alma manizaleña está captada en esos lienzos y está reflejada en esa actitud la cual no deja de atender la realidad, exterior e interior. Reconocí los trabajos de Germán Salazar, el de Ulises Giraldo, el de Fernando Ramírez, el de Carlos Alberto Valencia, el de Juan Carlos Duque Reyna, el de Alonso Loaiza y hierve vida en esos cuadros. Sentí asombro y regocijo. ¡Qué personalidades hay luchando cada día en esta Manizales, motivados con plasmar el mundo en una tela, de convertir la vida en colores y formas!
Fácilmente podría enumerar una lista de más de 20 pintores y pintoras que trabajan arduamente en su arte conscientes de no contar con respaldo o aceptación. No hablo de los aficionados, hablo de los profesionales, aquellos que viven por y para el arte. Para ellos el arte que admiramos se convierte en lucha para sobrevivir. ¿Cuántas horas le tienen que robar al caballete, a su profesión, a su más clara vocación y desperdiciarlas buscando vender sus trabajos, o hacer otra cosa para atender sus franciscanos gastos? ¿Cuánto pierden ellos y cuánto pierde la sociedad no teniendo esta gente en la función que deberían estar? El artista es un iluminado que por medio de su sensibilidad “ve” más que un común mortal. Esa visión es plasmada en colores y formas mostrándonos que muchos conceptos, el de la misma belleza, cambian, pero le son de gran importancia al hombre. El hombre se define por su arte y a todos nos gustan el color y las formas, cada uno hasta donde le alcanza el conocimiento y el bolsillo.
¿Qué pasa con este mundo artístico y por qué está tan relegado y tan mal promovido? La ciudad cuenta con escuela de artes plásticas; hay instituciones extranjeras que hace un esfuerzo por brindarles a los artistas un espacio donde mostrar su trabajo; un Museo de Arte de Caldas y miles de casas a las que les urge ser engalanadas con un bello trabajo pictórico. Hay hinchada para todo y ¿por qué no resultan hinchas para nuestros artistas? ¿Qué falla en la cadena, que eslabón falta para hacer una positiva conexión entre el artista y su admirador? ¿No pasaba algo parecido con los músicos hasta que apareció Batuta? ¿Se puede diseñar un plan ambicioso para poner a toda esta gente a ser creativos de verdad? No solo la música transforma al hombre, y no solo la música deja esa importante huella en una sociedad compleja como la nuestra. Claro no se trataría de una escuela de formación sino un plan para inundar con obras la vida de los manizaleños, la cotidianidad de los caldenses y si se elabora algo que tenga pies y cabeza, resultaría todo el país beneficiado.
El arte es un sector de la sociedad el cual los gobernantes, inclusive los locales, deben tener en cuenta y ofrecer soluciones precisas porque se trata del quehacer de un grupo de ciudadanos significativos y con grandes anhelos.
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