Todos querían quedar en la foto, al lado del ganador, Iván Duque Márquez. Al fin y al cabo, la votación obtenida da para pensar que “el que dijo Uribe” y la que “dijo Pastrana”, pueden arrasar en la primera vuelta presidencial el 27 de mayo.
Los demás aspirantes quedaron viendo un chispero. Y convencidos de que solo podrán derrotar a Duque, 41 años a la sombra, si hacen coaliciones. Alrededor de sus respectivos egos, claro.
El mentor de Duque, el expresidente Uribe y sus zapatos crocs, lo acompañaron parte del día en Bogotá, y luego volaron a Rionegro, para no ocultarle el sol al aventajado pupilo que alguna vez le cargó la maleta. Ahora Uribe es el que le sostiene el megáfono en las giras. Esa es la democracia.
Fue patética la integración del grupo para la foto.
El expresidente Pastrana, hace poco inadmitido en Cuba, fugaz interlocutor de Donald Trump en histórico y prolijo encuentro en Miami en el que también participó activamente (¿) Álvaro Uribe, tuvo que pegar uno que otro empujón para ubicarse. Finalmente, quedó bien parqueado con Nora, los niños y yo.
Duque se gastó buena parte de los adjetivos en el expresidente Uribe, quien puede estar seguro de que su delfín le cuidará todos los huevitos. Que no será un segundo Santos.
Duque casi no dejó nada para Pastrana. Hasta el crédito vino tardíamente. Pero había que estar en la pomada, reclamar su parte en la victoria.
Marta Lucía Ramírez y señor (o sea, su esposo), también estuvo pilas para la foto. Su “promesa” de que no sería candidata a vicepresidencia de nadie, es un periódico de antier. Ella cuenta con que la pésima memoria de los colombianos no recordará que dijo lo que dijo, incluido lo de que al inexperto Duque le falta pelo pa´l moño. Cosas de la democracia.
El exprocurador Ordóñez, señora y cargaderas, apenas salió en la foto. Esta vez tenía cara de no quemar un libro. Al reconocer el triunfo de “mozalbete inteligentón” como lo llamó su enemigo íntimo (de Duque), Fernando Londoño, se proclamó prácticamente jefe de debate.
El jefe Duque no dijo esta boca es mía aparte de la etérea invitación a que siguiera cargando ladrillo por la causa como cualquier constituyente primario de la llanura.
Pero el Óscar en lagartería se lo ganó, de lejos, el excandidato Carlos Holmes Trujillo. Se abrió paso a la brava y se ubicó a la izquierda del nuevo César que hace curso para Uribito II. “A mí no me van a sacar así no más”, notificó “Uribe et orbi” el hijo del finado Carlos Holmes Trujillo. El vallecaucano ya compró las estampillas y el traje de pontificar para la posesión en algún ministerio o en cualquier embajada asi sea de idioma hostil pero en rendidores euros. Todo sea por la democracia.
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