Al padre Hernando Uribe Carvajal, salud.
Reciente columna suya en El Colombiano me suscitó esta pregunta: ¿Y si hubiera sido cura? Recordé que estudié para papa con los Agustinos. ¿Y si hubiera sido papa?
¿Sería el bacalao de la castidad lo que me sacó del seminario? Con la obediencia me llevo bien. En casa se hace lo que yo obedezco. En cuanto a la pobreza soy un rico sin plata.
No tengo claro si mi madre quería un cura o desembarazarse del sujeto que pensaba más en goles que en áridas teologías.
En el seminario empezábamos a traducir a Cicerón: “Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”, que traduzco en versión libérrima: Catilina, acabaste con mi paciencia, si te encuentro en la calle…
Seguiré leyéndolo, padre Hernando, para hacerme más preguntas. Y como decimos "yo" y el papa Francisco: No se olvide de “pregare (rezar) per me”.
Hola, poeta Eduardo Escobar.
Te escuché por Caracol pero en ese momento salía a airear la próstata. Entenderás que para un “septuagennials” próstata mata poesía.
Oyéndote me pregunté: ¿Y este paisa que habla y vuelan pedacitos de chicharrón quién es? Eras tú.
Contaste que para completar tu exquisita educación oías tangos en Armenonville, en Guayaquil. Y que también pensabas ser pontífice.
Esa doble coincidencia debería servirme para vender libros. Pero Dios no es imparcial, privilegia a los poetas. Entonces toca preguntarse: ¿Y si hubiera sido poeta?
Estudio la posibilidad de volverme un ateo serio, como tu colega nadaista De la Calle. (Aquí entre nos, en las parlamentarias voy con Mockus para Senado y con el colega Spitaletta para Cámara).
Creo que con tu libro de cuentos “Las rosas de Damasco” (Sílaba Editores) reseñado generosamente en el suplemento Generación, de El Colombiano, la registradora sonará como cuando tus taitas vendían lámparas y antigüedades.
Ojalá se vendan tus libros. Aunque prefiero que se agoten primero los míos. La caridad entra por casa.
Historiadora Libia Josefa Restrepo, salud.
¿Qué hay en nombre?, se preguntaba Shakespeare reencarnado en Julieta. Usted estaba predestinada a ser historiadora como su colega y tocayo judío Flavio Josefo.
En reciente Coloquio de los libros bajo la batuta de Juan José García, la disfrutamos y aprendimos sin tener que pagar matrícula. Se explayó sobre las bondades del regreso de las clases de historia.
Nos enseñó que lo que uno hace lo debe hacer con alegría. Usted habla de historia y provoca sacar a bailar a alguna bolivariana de falda larga. O corta.
Nos invitó a leer historia. El exmagistrado y profesor universitario, Javier Henao Hidrón, sugiere el “Manual de historia de Colombia” (Procultura) con dirección científica de Jaime Jaramillo Uribe.
Otra pregunta que me hago: ¿Y si hubiera sido historiador? Y no más preguntas, doctora Libia Josefa, porque me puede pasar lo del grafitero que escribió: Cuando tenía todas las respuestas me cambiaron las preguntas.
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