Al expresidente de Bancolombia, Carlos Raúl Yepes, lo siguen buscando para que colabore en la corrida de un catre, empuje carros varados, cante en las fiestas, preste asesorías, lave los platos.
Últimamente le están pidiendo que “salve” al Atlético Nacional, el equipo de sus aurículas y ventrículos.
Le imploran que sea el padrino de fulanito que se casa o se divorcia; lo quieren en el bautizo de perencejito, en la piñata de menganita, que presida la junta de propietarios.
¿Que hay una graduación en ICESI, EAFIT, los Andes, la escuela José Eusebio Caro de Aranjuez? “Llamen a Yepes”, dice alguien desde la sombra.
El presidente Santos le pide que arrime el hombro en el proceso con la guerrilla, o que le arranque sonrisas a los cacaos del sindicato paisa.
Alguien le sugerirá que le regale goticas de “tolerancina” a la esposa del senador Ramos para que no vete al pasajero de al lado que, dormido, tiene un perfil parecido a Timochenko cuando tomaba tetero.
Los chicos de la radio deportiva lo ametrallan a preguntas: Que si le suena la presidencia del Nacional, que si Ardila se la ofreció (respondió que no), que si el técnico Lillo debe seguir, que cómo ponerle alma al club.
Hasta el alcalde Fico Gutiérrez lo nombró gerente para la venida del papa Francisco. No se rezaba una jaculatoria ni se impartía una indulgencia plenaria sin su aval. Pero dejó la silla vacía. Su almohada conocerá los motivos.
Cuando aparece en el estadio con su camiseta verde y blanca -la alterna no le gusta- los parceros de las barras bravas o los aristócratas perfumados de palco, se toman selfis con él y le deslizan hojas de vida.
Sus amigotes le preguntan cómo se ha vendido su libro “Por otro camino, de regreso a lo humano” en el que debuta como nuevo-viejo autor. Sus amigos le lagartean el libro con dedicatoria hiperbólica y le preguntan cómo hizo para que Jorge Valdano le escribiera el prólogo
¿Que cómo lo está haciendo el presidente de Nacional Andrés Botero?, lo acosaban el domingo en el Atanasio César Augusto Londoño y sus pupilos caracoleros. Yepes gagueaba como Navarro, pero al fin encontraba la respuesta salvadora. Dejó claro que en cualquier empresa los resultados mandan.
El sindicato verde que agrupa a los hinchas, lo acosa para que traslade al Nacional lo de la banca humana. Tal vez así los abonados vuelvan, el equipo juegue mejor, gane, brinde alegría que para eso se inventó el fútbol. En esas y otras anda el hombre que escogió vivir a consumirse en la nómina.
Sin confirmar sí lo digo: su sindicato familiar está redactando otra carta para que le merme al ritmo.
Lo único claro que tiene Yepes es que no volverá a trabajar los domingos. Si finalmente acepta, ofrezco mis servicios de aguatero. ¡Entre semana!
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