Oigamos la voz de algunos bajitos ya que estamos ad portas y ventanas del día del niño:
Conversación con Cristóbal, cinco años:
- Hijo, acuéstate que mañana tenemos que ir al colegio. Pero Cristóbal quiere seguir jugando y revira: Mami, ¿me vuelves a enseñar a dormir que ya se me olvidó?
De un taita: Le leo a mi hija de cinco años "El traje nuevo del emperador" y, al terminar, le pregunto qué haría ella con los bribones que engañan al emperador: Les pagaría con dinero invisible.
Informa la BBC, de Londres, que Alec Greven, de Colorado, Estados Unidos, nueve años, es el autor de "Cómo hablar con las niñas". El libro se ha convertido en un best-seller del New York Times. Alec cree que mostrar interés es la clave para ganar el corazón de una niña. "Tu objetivo es asegurarte de que sea ella quien predomine en la conversación, de tal manera que no tengas opción de estropearlo".
“La pelota que lancé en la infancia aún no ha tocado suelo”, (Dylan Thomas).
¿Y Andrea por qué no tiene pipí?, le pregunta el pequeñín a su hermana. Yo sí tengo, ¿pero no ve que lo tengo escondido?
En su reciente visita al festival Gabo en Medellín, Gonzalo García Barcha, uno de los dos hijos del Nobel de Literatura, contó que en su niñez su padre les pedía que lo ayudaran a romper los folios. “Y a nosotros nos quedaba la misión de romper esos papeles, lo cual era divertido para dos chicos, aunque a veces se daba cuenta de que habíamos roto los que sí servían entonces había que rearmar uno que otro folio”.
La primera afición que tuve por los libros, vínome del placer de leer las fábulas de la “Metamorfosis” de Ovidio. Pues a la edad de seis años me apartaba de cualquier otro placer para leerlas (Miguel de Montaigne).
Viajábamos de noche en el carro y había muchos relámpagos, cuando dijo Natalia, de dos años y medio: Mira, Cami, hay cine en el cielo. (En el libro Palabra de Niño).
De niño quería crecer rápido para parecerme a Tony Curtis, Burt Lancaster o Alan Ladd a quienes veía “trabajar” desde la aristocracia de gallinero en el matinal doble del domingo. (odg).
¿Con qué sueñas?, le pregunté a un niño. Con sembrar un árbol en mi balcón y tener un nido de pajaritos, me respondió. (Leído en la columna de Diego, mi vecino del piso de abajo).
- Mamá, ¿cómo se escribe perfume?
- Con la “pe” de papá.
El niño pregunta de nuevo:
- ¿Y cómo se escribe perfume de mamá?
Una vez yo estuve enamorada de un niño y a veces me pregunto cómo será el amor desde el corazón. Me han dicho que el amor por el amor parece una amistad inseparable, y me sentí muy feliz. (Angélica, nueve años, en el libro “Los niños piensan la paz”).
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