Para este día de elecciones presidenciales nos viene el tema como anillo al dedo: Pasamos revista a la historia comarcana y encontramos en sus páginas una cantidad apreciable de talentos caldenses que fueron desperdiciados, en la mayoría de los casos, por la imperfecta y veleidosa política electoral. Claro que en una situación dolorosa fue la temible parca la que se atravesó en el camino de una inteligencia superior salida de estas queridas breñas cafeteras.
Nunca entendimos las razones por las cuales no se pusieron de acuerdo las fuerzas frentenacionalistas para llevar al solio bolivariano al excanciller Fernando Londoño y Londoño, considerado por sus coterráneos el más presidenciable de los hijos de Manizales.
Tampoco comprendimos que la avanzada ciencia médica de la época no hubiese sido capaz de impedir que la Pelona se llevara, tras un postoperatorio, en la clínica Marly, en Bogotá, al caudillo conservador manizaleño Gilberto Alzate Avendaño, quien era mirado como el más opcionado para suceder al entonces presidente Alberto Lleras Camargo, el primer mandatario de la alternación bipartidista. La muerte se puso de lado del caucano Guillermo León Valencia, el llamado “Hidalgo de Paletará”.
¿Por qué mucho antes de Londoño y Alzate no se pensó en la candidatura presidencial de don Aquilino Villegas, hombre de gran dimensión intelectual y ministro de admirables ejecutorias?
¿Por qué la Casa Ospina (la del doctor Mariano y doña Bertha) no impulsó la aspiración del brillante exministro caldense Hernán Jaramillo Ocampo? (Este matrimonio, vecino del bogotano barrio La soledad, se empleó a fondo por el huilense Misael Pastrana Borrero).
Caldas tuvo cuatro fallidos candidatos presidenciales, en su orden: José Jaramillo Giraldo, de la Anapo; Bernardo Jaramillo Ossa, de la Unión Patriótica; Óscar Iván Zuluaga, del uribismo, y Humberto de la Calle Lombana, del agonizante liberalismo gavirista.
Rodrigo Marín Bernal ocupó cuatro ministerios, a saber, Trabajo, Desarrollo, en dos oportunidades, y Transporte. En esta última cartera repite ministerio santista Germán Cardona Gutiérrez. De este ministerio alcanzó a ser alto consejero el visionario ingeniero Gustavo Robledo Isaza. Solo duró 19 días en el ministerio de Justicia el senador Víctor Renán Barco López por culpa de un debate parlamentario que le hizo, en la Cámara, el representante neirano Jesús Jiménez Gómez. Otro que se dobló en carteras fue el erudito riosuceño Otto Morales Benítez, primero en la de Trabajo y luego en la de Agricultura. Los expresidentes Alberto y Carlos Lleras siempre soñaron con un Otto sentado en el solio bolivariano, pero él le dio prioridad a la producción de libros en cantidades industriales.
Algunas figuras cimeras que no fueron ministros, a pesar de sus sobrados méritos: Ramón Marín Vargas, Mario Calderón Rivera, José Restrepo Restrepo, Leonidas Londoño y Londoño, Arturo Montes Sáenz, Luis Guillermo Giraldo Hurtado y Elías Arango Escobar. Como se nos acabó el espacio, aquí cabe un largo etcétera, término que para muchos es un bastón en el que se suele apoyar la mala memoria.
La apostilla: Aunque durante su vida sacerdotal jugó papel clave como párroco de la Catedral Basílica y líder cívico de Manizales, el padre Adolfo Hoyos Ocampo partió de este mundo en 1970 sin recibir del Estado Vaticano la dignidad eclesiástica de obispo que bien merecía. Empero, cabe anotar que el día de su fallecimiento recibió el nombramiento de prelado de honor que le llegó de la eterna ciudad de Roma a lomo de mula. Más vale tarde que nunca.
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