Sin ponerse previamente de acuerdo, dos recordadas figuras del periodismo caldense de la segunda mitad del siglo XX resolvieron aguarle al irascible presidente Carlos Lleras Restrepo la que sería su última visita a Manizales.
Se iban desgranando del almanaque los 31 días de marzo de 1970, y las campañas electorales convocaban a los electores a la jornada comicial en la que se elegiría al último presidente del Frente Nacional, aquel sombrío domingo 19 de abril.
Los candidatos más opcionados a la sucesión presidencial eran el conservador huilense Misael Pastrana Borrero, impuesto por la Casa Ospina, y el ingeniero y militar boyacense Gustavo Rojas Pinilla, quien llegaba en hombros de su propio partido (la Anapo) a meterle un gran susto al “establecimiento”.
De la “bienvenida’ al doctor Lleras -famoso por su mal humor- se encargó el entonces director de LA PATRIA, Arturo Gómez Jaramillo, quien en un editorial cargado de fina ironía celebraba que el señor presidente llegara a la ciudad de las puertas abiertas a inaugurar (léase bien) ¡el nevado del Ruiz!
Lo que pretendía dar a entender el respetado editorialista era que el mandatario no estaba en condiciones de venir a entregar obra alguna, ejecutada por su administración, a la comunidad caldense, ya que su inversión en la región cafetera había sido absolutamente nula en su cuatrienio.
De la trastada editorial puso sobre aviso al gobernante, por teléfono, antes de que saliera de Bogotá hacia Manizales, el parlamentario liberal salamineño Alberto Gutiérrez Botero, quien solía guardarle una insobornable lealtad canina.
Haciendo de tripas, corazón, el presidente se abstuvo de referirse, en sus intervenciones públicas, al burlesco editorial en el que se instaba al gobierno a montar en el milenario Ruiz una enorme fábrica de paletas, propuesta que constituía una falta de respeto para un estadista de su talla y, por añadidura, presidente en ejercicio del poder.
Si el recibimiento presidencial fue de este tamaño, la función final de la visita no fue menos amarga para el personero del llamado “Frente de la Transformación Nacional”.
No se sabe a cuál miembro de la comitiva oficial se le ocurrió la brillante idea de convocar, fuera de programa, una rueda de prensa en el Hotel Ritz, en la que participó gustosamente el entrañable colega José Fernando Corredor, corresponsal de El Tiempo, quien se dejó venir, lanza en ristre, con una dupla de preguntas que incomodaron, aunque no le hicieron perder los estribos, al doctor Lleras. (¿Estaría ya de moda la famosa bebida llamada la valeriana?).
El frentero hijo de doña Anita Corredor le espetó así la primera consulta: ¿“Señor presidente, qué puede suceder en Colombia, el 19 de abril, si el general Rojas gana las elecciones? (Lleno de ufanía, el mandatario desestimó al candidato de la oposición y vaticinó que el triunfante sería Pastrana, el candidato del bipartidismo).
Corredor volvió a la carga: ”Doctor Lleras, pero si gana el general Rojas, ¿usted está dispuesto a entregarle el poder el 7 de agosto”? El mandatario se declaró respetuoso de la Constitución y de la ley; dijo que acataría el veredicto de las urnas; repitió que confiaba en el triunfo de Pastrana, y enfiló baterías contra los simpatizantes del general Rojas, a los que llamó “nostálgicos de las cadenas y de la dictadura”.
La apostilla: Pese a que el procurador de entonces, Mario Aramburo Restrepo, a quien apodaban “Andaduro”, vigilaba con lupa las intervenciones del presidente Lleras, el jefe del ministerio público guardó silencio sepulcral ante las declaraciones políticas del mandatario en su última visita a Manizales que le dejaron un saborcito amargo.
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